gasteiz - ¿Qué lectura hace del abandono del PP de la ponencia de Memoria y Convivencia? ¿Entiende sus reticencias a debatir en ese foro sobre política penitenciaria?
-No sé muy bien cómo interpretar las razones por las que el PP decide no participar, porque un día es la política penitenciaria, otro el suelo ético... Al final hemos comprobado que más que razones ponen excusas para justificar una decisión bastante inexplicable, a no ser que sea por sacar rédito político otra vez y marcar perfil ante una situación como la de la paz, las víctimas, la convivencia... En vez de avanzar con los demás han querido enrocarse en sus posiciones. El gran riesgo que corre Alfonso Alonso es convertirse en el Maneiro de la legislatura. No es bueno para el país porque el PP representa a una sensibilidad que por lo que ha sufrido es importante que esté en este debate, y no se explica que estén dispuestos a participar en todos los plenos y comisiones con EH Bildu, que negocien y utilicen los votos para hacer oposición, aunque luego hagan la ficción de no firmar la enmienda; ese es el juego que hacía Gorka Maneiro. Es incomprensible y deja a las claras que no hay razones para su decisión. No participan en la ponencia de Memoria y Convivencia y sí en la de Autogobierno, donde vamos a hablar del marco jurídico que vamos a dar a la convivencia de este país. Se sentaron en la Comisión de Derechos Humanos cuando Josu Ternera era miembro de la misma, con ETA en plena actividad, ¿qué sentido tiene que no se sienten ahora en una ponencia, aunque sea para decir las cosas que van a decir pleno tras pleno?
¿Entiende que con la resolución aprobada finalmente se mantiene el suelo ético que demandan los ‘populares’, al hablar de deslegitimación del terrorismo?
-En la IX legislatura se aprueba el suelo ético en ponencia, en la X lo ratificamos punto por punto en el Pleno. Ya está fijado, no tenemos que repetir constantemente lo que hemos dicho todos, o por lo menos el PNV, que va a ser el punto de partida para construir la convivencia, los mínimos; la paz con memoria, que la vida humana y los derechos individuales están por encima de cualquier proyecto político o de cualquier razón de Estado, que la memoria debe servir como elemento de deslegitimación del terrorismo y las violencias. Lo hemos dicho así y no nos vamos a echar atrás, no por cerrar un acuerdo, sino porque es lo que pensamos. Nuestro primer planteamiento fue no especificar nada para que nadie se sienta incómodo, pero Podemos propone un decálogo de acciones que nosotros podemos compartir, pero que genera problemas a EH Bildu por un lado, y al PP por otro. EH Bildu tenía problemas con el término deslegitimación del terrorismo, el PP dice que la política penitenciaria es competencia del Estado. Les propusimos eliminar la política penitenciaria, y hablar de la situación de las personas presas y sus familias. No había excusa competencial, tampoco aceptaron, y comprendimos que no se trataba de razones, era una decisión tomada, una voluntad de enrocarse en las posiciones que Alonso cree que le dan réditos políticos, que refuerza su imagen de paladín del constitucionalismo, y creen que por ahí no aciertan. Yo creo que se equivocan como partido, van a ahondar en su debilitamiento en Euskadi, y se equivocan también desde el punto de vista de país.
¿Su ausencia puede poner en peligro la construcción de un relato común de mínimos en Euskadi?
-Es difícil que haya un relato lineal único en el que todo el mundo se sienta identificado, porque las vivencias colectivas y personales de cada uno son de cada uno. Eso sí, tiene que haber un relato democrático, ya está establecido incluso en las conclusiones de la ponencia de IX legislatura, como decía antes. Eso tiene que enmarcar el tronco del relato, y luego cada uno tendrá sus vivencias personales. La ponencia va a avanzar, en la pasada legislatura estuvo parada y el Gobierno ha seguido adelante con sus políticas, con actos de lehendakari con víctimas de ETA y de la violencia policial, con la instauración del Instituto de la Memoria, en la que sí está el PP, algo que es absurdo, porque en el Instituto Gogora se realizan las políticas de memoria. Está encerrado en una contradicción de la que no puede o no quiere salir.
¿Cree que la ponencia de Autogobierno nace con el riesgo de un posible abandono del PP si lo que se debate no le gusta?
-Volverían a cometer otro error. El PP y el PNV no compartimos estrategia en cuanto al autogobierno, somos nacionalistas vascos y ellos nacionalistas españoles, tienen una idea de Euskadi que no compartimos, pero eso no quiere decir que no tengamos que hablar, sobre todo teniendo en cuenta que es un partido que en el Estado tiene responsabilidades de Gobierno. El PP podría abandonar la ponencia, pero eso no haría más que enquistar el problema, no es bueno que cada uno se refuerce en sus trincheras. Nuestro compromiso es avanzar en el autogobierno, y hemos dicho que lo vamos a hacer con una mayoría democrática y con pluralidad de sentimientos y de identidades. Si el PP se puede encontrar o no, lo tendrá que decidir el PP, pero desde luego ambas ponencias van a avanzar con ellos o sin ellos.
¿Pesarán los debates en este foro sobre autogobierno en la relación de los socios del Ejecutivo vasco?
-Es evidente que tenemos posiciones diferentes y una historia reciente, no pasada, porque el PSOE llegó a defender el derecho de autodeterminación, con diferentes posiciones. Es normal, pero tenemos un acuerdo de gobierno en el que está pactado ese desacuerdo en materia de autogobierno; damos libertad a cada partido para que defienda sus posiciones en la ponencia. No tiene sentido vetar las posiciones del otro de partida, es lógico que se plantee en una ponencia parlamentaria, que no sea el Gobierno el que traiga de entrada un texto articulado. El PP cuando pide eso lo que quiere es tener algo contra lo que ir, se sienten más cómodos haciendo política a la contra. Esa experiencia ya la vivimos con el nuevo estatuto político de Ibarretxe y no queremos facilitar que esa historia se repita. Queremos tomar las decisiones con mayoría y a ser posible con pluralidad.
Hay otro problema. ¿Qué ocurrirá si se pacta un estatus, lo refrenda la ciudadanía y las Cortes lo rechazan, como advierte EH Bildu?
-No es un problema de legalidad, es un problema de voluntad política. En democracia lo razonable es que la legalidad se adapte a la voluntad democrática. Es verdad que las reglas del juego están para respetarse, porque representan la voluntad de la ciudadanía, pero si en algún momento la legalidad no respeta esa voluntad, se debe cambiar. Y además, en nuestro caso la propia Constitución tiene la disposición adicional que reconoce y ampara los derechos históricos de los territorios. La legalidad nos da mucho juego y se puede adaptar; si hay voluntad política de acordar en Euskadi, y en el Estado de hacer frente al reconocimiento de las naciones que lo conforman, se podrá avanzar.
¿No tienen PNV y PSE ninguna preferencia a la hora de buscar un socio presupuestario? ¿Dónde ven más posibilidades a día de hoy?
-De momento PNV y PSE están enfrascados en el Gobierno en redactar el proyecto de Presupuestos, que probablemente se aprobará a finales de mes, y a partir de ahí tendremos que explicar a la sociedad y a los grupos que se trata de un proyecto realista y fuertemente comprometido con las políticas sociales, con el mantenimiento de los servicios públicos esenciales y con la reactivación económica. A la hora de intentar sacarlo adelante tendremos que conseguir que no concite el rechazo de todos los grupos, tenemos que superar el trámite de las enmiendas de totalidad. Yo confío en que perfectamente podrán ser bien acogidos si los demás grupos no se vuelven locos y piden imposibles, porque los ingresos son los que son, y una vez pase eso incorporaremos las mejoras que se puedan plantear en el debate presupuestario. Más que un socio presupuestario tenemos que evitar que la oposición se junte en una mayoría de bloqueo. Poco se parecerán las propuestas que hagan EH Bildu o Podemos con las del PP, pero paradójicamente podrían unirse en una mayoría de bloqueo.
La recién nacida relación del PNV con Elkarrekin Podemos en el Parlamento parece bastante fluida. ¿Cabe la posibilidad de que haya un acuerdo con ellos?
-Nosotros estamos abiertos a hablar con todos los grupos, se ha cansado de decirlo en lehendakari desde la campaña. Somos conscientes de que nos falta un voto para la mayoría absoluta y además creemos que es bueno el acuerdo y el diálogo. Los Presupuestos recogerán muchas de las cosas que Podemos plantea para el Estado, y si es bueno para el Estado, no sé por qué aquí habría que bloquearlo aunque no lo compartan al cien por cien. No tenemos elegido un socio, pero el hecho cierto es que llevamos cuatro plenos ordinarios y hemos demostrado que los acuerdos son plurales, diversos, con Podemos y Bildu, con el PP, unánimes, sólo con Podemos, sólo con Bildu... En fin, el Gobierno está demostrando capacidad de diálogo y voluntad de acuerdo, y los demás también, porque dos no acuerdan si uno no quiere, y esa es la vía, a quien promueve el diálogo los ciudadanos se lo reconocen.
¿En qué cambia la dinámica de la Cámara la entrada de una nueva formación, y además con cierto peso?
-Aquí la entrada de Elkarrekin Podemos ha sido bastante más natural y normalizada que en el Congreso y en el Senado. En eso hemos demostrado también que Euskadi es diferente, no hubo espectáculos extraparlamentarios, las relaciones son fluidas y normales, compartimos muchos diagnósticos en materia de autogobierno o paz y convivencia, incluso en políticas sociales. Elkarrekin Podemos está adaptándose al medio sin estridencias. No sé hasta qué punto la crisis que viven en el Estado condicionará su acción en Euskadi, eso está por ver. A veces tienen ciertos tics demasiado ligados al movimiento de la calle, y los demás también representamos la opinión de la ciudadanía y la llevamos al Parlamento. Podemos quizá ha pecado de adanismo, de pensar que las instituciones, que la nueva forma de hacer política, nació con ellos, que ellos encarnan la preocupación de la gente, y aquí han llegado y han visto que todos representamos a la voz de la ciudadanía igual que ellos, y cada vez se están convirtiendo más en una fuerza política como las demás.