Desde aquel glorioso día de víspera de los Santos Inocentes de 2002, sus señorías saben que faltar a clase tiene sus consecuencias. Entonces, la ausencia en el Parlamento Vasco de Jaime Mayor Oreja (que llegó tarde), unida a la forzosa de Josu Urrutikoetxea Josu Ternera (huido), Arnaldo Otegi (enfermo) e Idoia Mendia (embarazada) provocó la sorpresiva aprobación de los Presupuestos para los que el Gobierno (con 36 votos) no tenía mayoría. Caprichos de la aritmética política.
Ayer volvió a suceder con algo aparentemente menor pero muy sustantivo, sobre todo tras el último informe PISA, como es la Educación, al faltar en su escaño dos parlamentarias de EH Bildu (Jone Goirizelaia y Larraitz Ugarte, que, al parecer, tenían cosas mejores que hacer) y dos representantes del PP (Alfonso Alonso y Javier De Andrés, que se hicieron un mayor oreja, o sea, se despistaron). Dice Alonso que no oyó el timbre, pero cualquiera que haya estado en el Parlamento a la hora de votar sabe que eso es imposible ni aun teniendo a Metallica a toda pastilla en el pinganillo.
Así que el Gobierno, con sus minoritarios 38 escaños, salió airoso. Era el primer pleno con “materia” de la legislatura, y ya se vio por dónde van los tiros. Los partidos van a tener que disciplinar a los despistados y perezosos si no quieren perder votaciones. Porque lo que quedó claro es que esta nueva etapa sin mayorías se va a caracterizar por la gran promiscuidad de los votos de sus señorías. A saber. Hubo acuerdos de todos con todos y de algunos (el PP) con nadie y coincidencias en el sentido del voto también de todos con todos y en materias variopintas. Pero también hubo infidelidades entre los que poco antes habían votado juntos, incluidos los socios de gobierno.
En definitiva, la política vasca en este nueva legislatura se va a fraguar día a día, ley a ley, punto a punto.
Si el tema de la geometría variable nos llega a caer en el examen de competencias de PISA, lo bordamos. Pero no.