justo un año, eso sí, bisiesto, desde que comenzó la campaña electoral de las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, todo un año de despropósitos, desencuentros, rupturas de partidos y rozar el ridículo europeo por no ponerse de acuerdo los diferentes partidos llamados a formar el Gobierno en España.
Nunca me gustó el refrán de “bien está lo que bien acaba”, ya que por el camino se pueden producir enormes tropelías e inutilidades que al final no pasan factura a esos que las han cometido. Sin embargo, un año bisiesto después sí se puede concluir que algo está cambiando en la forma de hacer política española, mejor dicho, el PP se ha dado cuenta de que o llega a acuerdos con diferentes o no tiene nada que hacer.
Estas semanas estamos observando cómo el PP no tiene más remedio que asumir su minoría y poner cara de póker cada vez que pierde una votación. Esto le obliga a escuchar a otros y a empezar a derruir el muro de aislamiento que día a día edificó durante su mayoría absoluta. Hay juego, señores y señoras, esta vez sí hay juego y probablemente como ya decía hace un año la campaña electoral del PNV, este partido va a ser muy importante en eso tan humano como es llegar a acuerdos cuando uno tiene hambre y otro ganas de comer. Ya veremos lo que este nuevo escenario da de sí pero igual que a un hijo se le aplaude cuando le arranca a un profesor tres décimas que le permite subir la nota, estamos ante la posibilidad de llegar a acuerdos importantes que hagan apuntalar nuestro camino hacia unas mayores cuotas de bienestar demandadas por nuestra ciudadanía.
El viernes tuvimos los datos de empleo, los sociólogos no paramos de repetir que un dato es un dato, dos son un par, y tres marcan tendencia. En este año los datos de empleo no sólo tiran por tierra esos que en campaña electoral decían que en Euskadi nos recuperábamos por debajo de la media española, sino que demuestran que aunque queda mucho camino por andar, en esta crisis mundial hemos estado más cerca de niveles de empleo europeos que cerca de niveles de desempleo españoles y además seguimos generando puestos de trabajo. Tal vez la seriedad de nuestros políticos que en 66 días tras las elecciones ya están trabajando y con un acuerdo de gobierno mientras otros se han pasado un año mirando a la luna de Valencia, sean dos formas de afrontar los problemas de la sociedad tan opuestas, que ahonda, más si cabe, la diferencia que ya hay en un montón de ratios entre lo vasco y lo español.
100 días tienen los diferentes gobiernos para empezar a demostrar lo que valen, pero sobre todo para ver las actitudes de unos y de otros. Se decía en España que el acuerdo en Euskadi podría ser un ejemplo para Catalunya, me da que está siendo el ejemplo para la misma España, país que ha sufrido una crisis brutal, porque brutos han sido sus representantes. “Nunca es tarde si la dicha es buena” otro refrán injusto, ya que por el camino se han dejado tiradas a muchas personas durante estos 366 grises días en España.