Como en tiempos del aclamado Cocidito Madrileño (Ave, Vizcaíno), o mejor aún, mismamente desde el punto de vista de oso cavernario, con permiso de Jean M. Auel, autora de la saga paleolítica. Con qué desfachatez se concluye que el pacto representa que Idoia Mendia y los suyos pasan por el aro soberanista, cielo santo su sola mención hace estremecer. Asómense que el PSE está en un tris de echarse al monte, si no ha hecho cumbre ya. Menos mal que a Ferraz no le consta nada, como es natural, feliz circunstancia que facilita a los barones hacer como que en resultados por el norte van que ni como con el tapapá. Crucemos los dedos, por dios que no estén cerradas más entrevistas telefónicas en la agenda de mr. Felipe González.
Del Ebro hacia arriba la geografía es muy escarpada, llena de curvas. Es difícil discernir si es la tara pedrista o, siendo humanos como somos la mayoría, la oportunidad calva de hacer leña del árbol que no acaba de quebrarse por sí solo. En la sección de catalogados vascospañoles de pro es pasmosa la facilidad con que se queda una sin puntos en el carné constitucionalista, donde antes te querían tanto en un tris te patean el alma posibilista. ¿Volvemos ahora a explicar que exigir la cesión de las prisiones representa exactamente ejecutar la transferencia de la gestión de las cárceles -que sí se ejerce en Catalunya-, recogida desde hace 37 años en el Estatuto de Gernika? Eso si a alguien le importara la posverdad, que no es el caso.
La política-ficción es fascinante. Quién sabe hasta dónde puede llegar el socialismo vasco en su alocada entrega al PNV, una suerte de ciega ciaboga hacia el euskallimboa. Diez meses con la respiración contenida de aquí a Gibraltar (ya, no me resisto) y de pronto llegan los nacionalistas y afines a zarandear la certidumbre chicha de la península. ¿Pues no ha firmado el PSE que acepta el derecho a decidir dentro de la legalidad y maneja sin sarpullidos términos como, ay, nación?
Visiblemente afectada la sociedad por la cuestión identitaria, de esta acaba la Ertzaintza metida en Schengen. La pluralidad puede llevarnos a terrenos pantanosos, desconocidos, qué miedito todo. La crítica sesuda y sosegada hacia el pacto vuelve a girar, como siempre, en torno a la repetición de conceptos de ayer y hoy: la capacidad del acuerdo político en Euskadi de romper España, o de todo lo contrario; y, claro, la tendencia del acuerdo al continuismo versus progresismo de los que se quedan fuera.