barcelona - Las relaciones entre la antigua Convergència y el PNV son cordiales, fluidas y están presididas por la solidaridad ante sus respectivas demandas de un mayor autogobierno, pero sus caminos se bifurcan en dos hojas de ruta diferentes. Catalunya avanza hacia la independencia, y el Gobierno de Urkullu quiere un nuevo estatus de autogobierno. En este contexto, nadie esperaba una valoración altisonante del pacto PNV-PSE por parte del Govern catalán, sino respeto y cierta distancia. Ante las voces que sugieren a Catalunya que imite a Euskadi y abandone la vía de la ruptura, el Govern recordó que ya intentaron la vía pactista y recibieron el portazo de Madrid. La consellera de Presidencia, Neus Munté, deseó “mucha suerte” a los socios y expresó “máximo respeto” por lo que han firmado, pero recordó que los catalanes intentaron una solución dialogada con Madrid con la reforma del Estatut y no tuvieron éxito. “Hemos tenido experiencias que han acabado muy mal”, recordó.

Según dijo, las situaciones de Catalunya y Euskadi “son diferentes”, y se retrotrajo a la reforma del Estatut, aprobada por las Cortes españolas y ratificada por los ciudadanos catalanes en referéndum, pero finalmente recortada por el Tribunal Constitucional. Ese desenlace provocó una ola de descontento en Catalunya que ha desembocado en una apuesta por la independencia, una vez constatado que el camino del pacto con Madrid se ha agotado. Por ello, en referencia a la propuesta de nuevo estatus en Euskadi, dejó claro que esa vía ya la intentó Catalunya sin éxito. - DNA