La guerra civil siria y la confrontación política ruso-estadounidense subyacente hacen olvidar a la opinión pública que esta no es una mera guerra civil, sino un sangriento y difícil reajuste socio-político de todo Oriente Medio.

Y en este proceso son muchos los protagonistas, con el Irán teocrático en primerísima fila. Este papel le corresponde a Teherán por las dimensiones y riqueza del país, pero también porque dispone de un aguerrido ejército -fue el primero en pararle los pies al Estado Islámico en la expansión de este por Irak- y practica una política internacional absolutamente coherente y posibilista. Puede que este derrotero no fuera la mejor opción de los ayatolas pero hoy por hoy -con la de Israel- es la única propuesta lógica y consistente de las naciones del Oriente Medio. El régimen teocrático iraní ha tenido unos comienzos sumamente difíciles, tanto por su planteamiento político -revanchismo-, la dura guerra con el Irak de Sadam Hussein, como por las secuelas habituales de todo Gobierno que llega al poder tras una revolución: radicalismo, dogmatismo y promoción a altos cargos de buenos luchadores que sabían poco más que matar y obedecer ciegamente.

La batalla por el poder en Siria ha dejado casi inadvertido el rosario de problemas que surgirán en la zona en cuanto se produzca un armisticio en el Oriente Próximo. Porque, militarmente, Irán pretende que la presencia de su eficiente cuerpo expedicionario de Irak permita la formación en este último país de una organización paramilitar desestabilizadora, al estilo del Hizbollah que tiene Teherán en Líbano. Y porque, políticamente, Teherán, que tiene muy pocas fricciones con su propia minoría kurda y necesita desesperadamente aliados locales, ha prometido a todos los autonomistas kurdos de la zona un fuerte apoyo político y económico. Es decir que se ha comprometido a dar su decidido apoyo a proyectos políticos totalmente inaceptables para los Gobiernos de Ankara y Bagdad, e inaceptables -en principio- incluso para los Estados Unidos. Digo lo de en principio, porque Washington ha rizado el rizo de aliarse con los kurdos para combatir al Estado Islámico, al tiempo que mantiene en su lista de organizaciones terroristas al PKK, la principal fuerza político-militar de los kurdos turcos. En resumen: ya hay otro huevo de serpiente en las torturadas tierras de Oriente Medio.