Fin de semana de cambios, palabra mágica ésta, cambio que a los humanos siempre nos hace pensar en que lo que venga será mejor, aunque no siempre sea así. Además de los cambios de Rajoy con su nuevo gobierno, tenemos los cambios que las elecciones del martes traerán a EEUU y por ende al mundo, los cambios que el Gobierno Vasco previsiblemente este mes anunciará y sobre todo el cambio meteorológico con este primer zarpazito invernal.

Lo de Rajoy era previsible, cambiar sólo algo para intentar que todo permanezca igual. Posiblemente lo más ilusionante sea que la buena de Soraya Sáez de Santamaría se ocupe de las relaciones institucionales que aquí tanta falta hace engrasarlas. Esta mujer puede o no gustar, pero es trabajadora y dialogante, por tanto se abre una ventana a la posibilidad de futuros acuerdos, lo iremos viendo.

Lo de EEUU me da cierto miedo, la poca ilusión que ha generado Hillary y la mala imagen de decir que se va a votar a Trump, me hace no fiarme mucho de esas encuestas que afirman que Hillary ganará. No obstante, me queda la esperanza de que como no tengo ni idea de cómo funciona la sociología electoral norteamericana, este miedo sea únicamente un mal sueño del que despertaré el miércoles 9, cuando conozcamos los resultados, pero no me fío?

Otro cambio que estamos viviendo parece que se producirá en el Gobierno Vasco. Todo indica que el PSE, con todo lo que está sufriendo por sus resultados electorales, por su posicionamiento con el cada día más olvidado Pedro Sánchez y con la guerra abierta que tiene el partido a nivel estatal, estratégicamente preferirá entrar a formar parte del Gobierno Vasco. Lo habitual en momento de grandes crisis internas es hacerse con aliados, y lógicamente el tener la posibilidad de facilitar puestos tanto a amigos como a medio amigos e incluso a algún enemigo, siempre puede ser interesante para luego pedir fidelidades en el fragor de la batalla.

Pero el verdadero cambio, ése que a todos nos moja, ha sido sin duda el meteorológico. La auténtica revolución ha llegado a nuestros hogares paraguas empolvados, gabardinas que sustituyen a los chubasqueros veraniegos, botas y zapatos de agua que no veían la esponja abrillantadora hace meses y lo más de lo más, el famoso y nunca bien ponderado “cambio de armario”. Tres palabras para echarse a temblar cuando dos veces al año suenan en nuestros hogares, “hoy toca cambio de armario”, ¡sálvese quien pueda!.

Cajas que se abren, montón de ropa para planchar, perchas encima de las camas, camarotes que se visitan peligrando nuestras ya maltrechas espaldas, esposas contra maridos y viceversa, bolsas de ropa que se llenan penosamente con la anhelada ropa de verano, zapatería que se guarda tras pasar un verano con muchos pares sin usarse, y vuelta a rellenar el armario que mágicamente se convierte ya en el armario de invierno, que cada año parece encogerse, con la abultada ropa invernal. Esto sí que es el verdadero cambio de este fin de semana en gran mayoría de los hogares vascos, que lo suframos de la mejor manera posible, a mí ya me han dicho “claro, como tú no te encargas de eso?” ya está el lío montado? y que dure por muchos años, ¡viva el cambio!. El autor es sociólogo