Una vez desatascado el bloqueo de cerca de un año en el Gobierno español, el PSOE sigue intentando curar las heridas provocadas por la apuesta del Comité Federal por la abstención para posibilitar la investidura de Mariano Rajoy, lo que generó una división interna que sigue en su apogeo. Sin un líder claro, con el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, asumiendo el papel de jefe de la oposición durante el pleno de investidura, y con Pedro Sánchez dispuesto a dar la batalla para recuperar las riendas del partido tras su controvertida entrevista en La Sexta, no son pocos los que miran a una posible tercera vía encarnada en el exlehendakari y expresidente del Congreso, Patxi López.
A la espera de que se postule de forma explícita, López ya dio un primer paso ayer al plantear una hoja de ruta con la que refundar el PSOE, a juicio de muchos un paso previo imprescindible antes de la celebración de un congreso -también reclamado por una cantidad ingente de socialistas- para elegir una nueva dirección y secretario general. En un artículo publicado en El País, el que fuera líder del PSE afirma que “es hora de reconstruir el partido, de restañar heridas y buscar la fuerza de la unidad, pero también de renovar nuestro proyecto”.
Hay quien apunta que, en la carrera por hacerse con la secretaría general del PSOE, aquellos que se han visto involucrados de forma directa en la reciente crisis parten con desventaja. En la unidad de quemados estarían, por tanto, la presidenta de Andalucía Susana Díaz y el ex secretario general Pedro Sánchez, También el presidente de Asturias Javier Fernández, marcado de forma indeleble por ser el máximo responsable de la comisión gestora creada para dirigir el partido tras el infausto Comité Federal del 1 de octubre, que culminó con la dimisión de Sánchez. Todo ello pese a la encuesta difundida ayer por La Sexta que situaba a Díaz como la preferida para liderar el PSOE a juicio del 28,3% de los encuestados. Aventajaría, por tanto, en más de seis puntos a Pedro Sánchez, con un 22%, mientras Josep Borrel y Patxi López se quedan ambos en un 15%.
En este convulso escenario, López cuenta con la ventaja de la buena imagen de la que goza entre los aparatos del PSOE. Ello pese a que, al igual que la práctica totalidad de socialistas vascos, tomó parte en el reciente conflicto en favor del “no es no” a Rajoy acuñado por Sánchez. Eso sí, cuando el último Comité Federal del 23 de octubre optó, con 139 votos frente a 96, por la abstención en la sesión de investidura, el socialista vasco cumplió dicho mandato en el pleno del Congreso, como hicieron la mayoría de los 84 diputados socialistas -solo 15 se saltaron la disciplina de voto y mantuvieron el no al líder del PP-.
Por el momento, Patxi López eligió ayer una plataforma de ámbito estatal como es El País -uno de los poderes fácticos señalados por Sánchez como culpables de su descabalgamiento del PSOE- para empezar a alentar el debate en el seno de la formación. A su juicio, esta se ha visto superada por los acontecimientos y debe adaptarse a una nueva realidad marcada, entre otras cuestiones, por la aparición de los representantes de la llamada nueva política. Plantea por ello cuatro ejes, comenzando por la necesidad de identificar a “los que queremos defender y definir sus intereses”. Agrega que “estos son un amplio colectivo que ha quedado fuera del bienestar, los que ven la sociedad actual desde la parte exterior de las murallas de los grupos sociales que mantienen un relativo confort”. Especialmente, señala, los menores de 40 años, “no porque sean jóvenes sino porque no tienen ninguna perspectiva de futuro”.
Encubrir recortes Patxi López aboga a su vez por reformar la administración pública, ya que, según su parecer, “la austeridad en el gasto público debiera ser una virtud reclamada desde la izquierda”, toda vez que la derecha ha “usurpado” ese término para “encubrir los recortes de los servicios”, entre los que definió la sanidad y la educación como “sagrados” para los socialistas. Denunció asimismo la “destrucción de los servicios públicos” por parte, de nuevo, de la derecha y apostó por llevar a cabo una “reforma profunda de nuestro sistema fiscal”.
Como tercer punto de su análisis, el dirigente socialista lamentó que la política se haya alejado de la economía y apostó por que “recupere la primacía”, en concreto “sobre los poderes especulativos”. “Es necesario poner el capital a trabajar”, explicó, así como “terminar con la economía meramente especulativa que no genera riqueza sino que vampiriza la riqueza colectiva”. López abogó por último por redefinir el modelo de Estado y “repensar el concepto de soberanía”. “La nación como concepto de sociedad cohesionada por una identidad común ya no existe”, abundó.