bilbao - Una vez que Elkarrekin Podemos y PP se han decantado por hacer oposición, el lehendakari centrará sus esfuerzos en buscar acuerdos de estabilidad con los socialistas y la izquierda abertzale. El PNV abrirá próximamente una segunda ronda de contactos en la que volverán a participar todos los partidos, pero solo propondrá un acuerdo de gobernabilidad al PSE y EH Bildu. Tal y como lo entienden los jeltzales, se trata de garantizar los Presupuestos cada año y las principales leyes. El presidente de la ejecutiva jeltzale, Andoni Ortuzar, apuntó ayer las ventajas e inconvenientes que tendría acordar con uno u otro, y de ese esbozo se desprende que el camino está más despejado en el caso de los socialistas, sobre todo por las discrepancias en materia de paz con la izquierda abertzale, aunque se esforzó en no inclinarse por ninguno y en dejarlo todo abierto. De hecho, llegó a decir que no se trata exactamente de elegir entre uno y otro, sino que los tres pueden compartir “muchas cosas” y confluir en varias iniciativas.
Convertir a la izquierda abertzale en su socio preferente brindaría a Urkullu una mayoría absoluta arrolladora (sumarían 46 escaños de 75) para aprobar leyes y dar el visto bueno a los Presupuestos. No sería una opción irrealizable porque Ortuzar puso ayer en valor el clima “positivo y constructivo” de la reunión que tuvieron la semana pasada, e incluso dejó caer que podría suponer un “punto de inflexión” en su relación tras años de rivalidad y desconfianza. No obstante, a renglón seguido apuntó el gran escollo para tener una relación normalizada: sus discrepancias en materia de paz y la necesidad de que la izquierda abertzale realice una reflexión autocrítica sobre la violencia de ETA. El PNV quiere abordar esa reflexión antes de contemplar un acuerdo de estabilidad porque, de lo contrario, cree que no habrá confianza suficiente como para abordar alianzas sobre el autogobierno o la economía. Propone poner al menos los cimientos de esa reflexión para ir dando pasos en el futuro.
Ortuzar no dijo más y lo dejó todo abierto, e incluso evitó caer en discusiones sobre el lenguaje que ha empantanado el debate en el pasado. Lo que propone ahora es un “diagnóstico común” sobre lo ocurrido. Se resistió a poner como base el suelo ético pactado por el Parlamento y no llegó a hablar abiertamente de autocrítica. “Todos sabemos de lo que estamos hablando”, dijo varias veces. El PNV y la izquierda abertzale llevan dos años intentando alumbrar una reflexión sobre la injusticia del daño causado por ETA, aunque en los últimos meses se ha registrado un parón importante por las sucesivas elecciones, el brote de críticos surgido en el seno de la izquierda abertzale o la salida de prisión de Arnaldo Otegi, que se esperaba que surtiera un efecto balsámico y resolviera ese debate. La izquierda abertzale ha salido reforzada de las elecciones y podría acometer con mayor impulso esa reflexión. Ortuzar dijo que ambos partidos creen que ha llegado la hora de entenderse.
En cualquier caso, a nadie escapa la complejidad de ese debate, algo que, sumado a los precedentes de rivalidad que han presidido sus relaciones, puede hacer más complicada una relación estable y de confianza entre el PNV y EH Bildu. Por ello, su contundente mayoría absoluta podría no serlo tanto, o no ser tan compacta. Esas dificultades no existen con los socialistas. A preguntas de los periodistas, Ortuzar admitió que los puntos de partida “son diferentes”. “Con el PSE hemos tenido acuerdos parlamentarios, en las diputaciones y ayuntamientos, y con EH Bildu venimos de una situación de bloqueo. Eso hace que la forma de abordar el diálogo sea diferente. En el caso de EH Bildu, es muy importante que hablemos de las consecuencias que ha dejado la violencia de ETA, algo que con el PSE tenemos mucho más aclarado”, dijo.
El contratiempo en el caso de los socialistas es que la suma con el PNV se queda un escaño por debajo de la mayoría absoluta. Sin embargo, le quitó hierro y dijo que es mucho suponer que vaya a haber una concertación de toda la oposición contra el gobierno o sus Presupuestos y que, de todos modos, por ello están hablando con todos los partidos. Aclaró que el PNV tampoco aspira “a la estabilidad total”. En cualquier caso, señaló un “punto gris” en su relación con el socialismo: el desacuerdo en torno al nuevo estatus de autogobierno. No lo citó, pero la discrepancia radica en el derecho a decidir. En el otro lado de la balanza, quiso poner en valor “la predisposición nítida” a dar estabilidad que habría percibido en el PSE, unos términos que no utilizó para referirse a ningún otro partido.
dos vías Ortuzar compareció para hacer balance de la primera fase de contactos, en la que han participado él y Urkullu. Ha apreciado voluntad de diálogo en todos. En Podemos vio mimbres sobre autogobierno y paz y, sobre el PP, pidió tiempo para recomponer los puentes. En la segunda ronda, sin fecha porque está a la espera de la respuesta de los partidos al documento del PNV, los jeltzales diferenciarán entre acuerdos puntuales y estructurales. “Centraremos nuestros esfuerzos en el PSE y EH Bildu para dotar a Euskadi de un gobierno fuerte y abierto con certidumbres legislativas y presupuestarias”, dijo. Con el resto hablarán del reparto de los órganos parlamentarios o los senadores autonómicos, pero esperan encontrarlos en los acuerdos de país.