fíjense que pasaron cosas el pasado sábado en el Comité Federal del PSOE, pero en realidad? no termina de pasar nada que interese realmente a la ciudadanía que no milita en el socialismo español. Porque la pregunta inmediata, más allá de la necesaria reconstrucción del partido y su rearme ideológico, es qué puñetas van a hacer los 85 diputado del PSOE en el Congreso. Esa es la pregunta a la que millones de personas esperan respuesta desde el 26-J.
Si era “no es no”, al menos ya se iba uno haciendo a la idea de que las terceras elecciones eran inevitables porque ese intento de ahormar a Ciudadanos y Podemos en un mismo proyecto ya se veía inviable desde las elecciones del 20-D y la fracasada investidura de Pedro Sánchez. Ahora hemos entrado en la fase de disimulo; los que se fumigaron al secretario general elegido por la militancia huyen de la palabra abstención como gato escaldado del agua. Pero el tiempo se agota.
El PP lo tiene fácil, a pesar de la Gürtel, para sumarse al disimulo general en el que se ha convertido el enfangado campo de la política española. Puede proclamar a los cuatro vientos que no desea unas terceras elecciones mientras las prepara. El resto del trabajo se lo está haciendo el PSOE, primero dinamitando el no de Sánchez y después alargando los tiempos para la toma de la decisión.
En el guirigay en el que se ha convertido el PSOE se escucha de todo, a la vez, y la mayoría de las veces con una impostura que provoca risas o estupor. García Page, uno de los conspiradores, dice que se prepare el PP, que el socialismo es imbatible. Afines a Sánchez no parecen enterarse de lo que ha sucedido e insisten en que aún hay tiempo para un Gobierno alternativo porque eso fue lo que marcó en su día el Comité Federal. Y el presidente de la gestora, Javier Fernández, se lo toma con calma. Por cierto ¿Quién gobierna Asturias mientras este hombre se dedica a su partido? ¿Se imaginan un lehendakari así?
A ver cómo lo hacen: en 26 días deben reunir al Comité Federal para cambiar el sentido del voto, decidir si se saltan o no la consulta a las bases, comunicarlo para que el rey tome nota y vuelva a proponer a Rajoy tras una nueva ronda de contactos, presentarse a la investidura y salvar presumiblemente dos votaciones separadas por tres días ¿Hay tiempo? Forzando las cosas sí, y el PSOE va muy forzado. Otra cosa es la factura en el futuro que tenga esa maniobra para el partido.