No salgo de mi asombro al repasar la prensa española tras la reiterada negativa de Pedro Sánchez de facilitar la investidura de Rajoy. Después de los grandes titulares avanzando el fracaso de esa reunión previa al ya conocido desenlace de la sesión en el Congreso, vienen los avances de lo que pueda ser el otoño político español.
En subtítulos, ladillos, apuntes editoriales o confidenciales, el PP ha deslizado la idea de que esperará a ver cómo es la composición del Parlamento Vasco tras las elecciones del 25-S para recabar un apoyo del PNV que le dejaría a un solo escaño de la mayoría absoluta. No deja de resultar curioso, casi estrambótico, que la gobernabilidad de España esté fiada a la voluntad de la ciudadanía vasca.
La apuesta se basa en la siguiente ecuación: que el PNV gane las elecciones, que EH Bildu y Podemos sean segunda o tercera independientemente del puesto en el que queden, que el PSE sea cuarta fuerza y que el PP, quinta, tenga la llave en el caso de que se conformaran dos bloques con opciones a gobernar: PNV-PSE, por un lado, y EH Bildu-Podemos, por otro.
Puede pasar, claro, pero hay algunas variantes que el PP parece pasar por alto en sus confidencias a la prensa (a toda, porque el PSOE de Sánchez se ha quedado sin el apoyo de El País, el único que mantenía en los kioskos). Para empezar, que en Euskadi los partidos han demostrado una capacidad de entendimiento que ha permitido pactos diversos y cruzados.
Pero aún hay más: la ley vasca evita el voto en contra y cuenta el voto a favor. Por eso Urkullu fue designado lehendakari con 27 votos de su partido. Dicho de otra manera, Pedro Sánchez con la ley vasca para designar lehendakari, hubiera sido investido presidente en la sesión del cuatro de marzo.
Pero aritmética y ley al margen, lo que resulta chocante es que el PP, el mismo que durante cuatro años ninguneó al presidente del Gobierno vasco, el que ha recurrido sistemáticamente leyes emanadas del Parlamento Vasco, el que ha hecho ejecutar leyes españolas alejadas de la realidad vasca, ese mismo, sea el que fíe a Euskadi el desatasco institucional español. Sobre todo cuando parte de su discurso de ayer en el Congreso giró alrededor de la unidad de España entendida... como la entiende el Partido Popular y Ciudadanos.
Estamos a las puertas de una campaña en Euskadi que ya tiene ingredientes suficientes y muy interesantes sobre nuestro futuro como para traer al debate propio lo peor de ese lamentable espectáculo de ingobernabilidad que está ofreciendo España. A ver quién lo intenta, porque en el pecado irá la penitencia.