ELGOIBaR - La cita con Otegi tiene lugar en el barrio Sallobente de Elgoibar, un enclave rural y costumbrista bastante alejado del ruido de la carretera nacional que atraviesa la localidad guipuzcoana. Completan el paisaje una ermita, un coqueto frontón abandonado con su tejabana y con el balcón del caserío anexo como rebote y un bonito parque con mesas de piedra noble custodiadas por árboles que dan sombra al pequeño parque. Al otro lado de la colina, a escasos metros en línea recta, el caserío Txillarre de Pello Rubio, en el que Otegi y Jesús Eguiguren, junto a otros políticos, protagonizaron las conversaciones para que la izquierda abertzale pidiera a ETA el final de su actividad. Junto con uno de sus asesores, el líder de EH Bildu prepara en este paraje, al aire libre, su agenda del día, en días clave para su inhabilitación o no como candidato.
Todo apunta a que será el TC el que decida. ¿De verdad cree que podrá presentarse a las elecciones?
-El Código Penal deja bien claro que no hay resquicio jurídico alguno para inhabilitarme, si no es por medio de una trampa jurídica. Desde un punto de vista político, la cuestión no es si me presentó o no a las elecciones, sino democracia sí o democracia no.
Cuesta creer que no tienen pensada una alternativa a su inhabilitación. ¿Es Maddalen Iriarte?
-Los independentistas de izquierda de este país han decidido que yo soy candidato. Mal favor le haríamos a este país si de entrada aceptamos que hay un agente exterior que decide si uno puede ser candidato o no. Por eso no tenemos plan B, porque a nosotros los planes no nos los impone Madrid, los elaboramos nosotros. Hemos decidido que yo soy el candidato y seré el candidato hasta el final.
¿Arnaldo Otegi es una víctima o hace victimismo?
-Después de las elecciones este país va a necesitar grandes acuerdos. Todos haríamos bien si no embarráramos el clima político en un debate electoral con palabras gruesas. Pensar que yo -que he pasado ocho de los diez últimos años de mi vida en la cárcel- hago victimismo es poco serio. A mí no me interesa ese debate, sino el debate del país. Estoy dispuesto a afrontarlo, entre otras cosas porque no he podido participar en las últimas elecciones.
¿Por qué no recurrió ante el Supremo la sentencia de la Audiencia Nacional sobre su inhabilitación?
-Eso hubiera supuesto darle la razón al ministro de Justicia. Si hubiésemos recurrido al Supremo le hubiésemos dado la posibilidad de elaborar otra doctrina y, por lo tanto, mi defensa entendió que no había que recurrir.
¿Por qué?
-Porque ya estaba claro el debate, hasta el punto de que algunos periódicos nada sospechosos de connivencia conmigo ya anunciaron entonces que esa doctrina me iba a permitir que me presentara como candidato. Estaba claro que eso ya no tenía vuelta atrás. Si hubiésemos recurrido, el Supremo, probablemente, hubiera elaborado la doctrina Otegi desdiciéndose de lo anterior. No le quisimos dar esa oportunidad.
Reclamó al lehendakari Urkullu que hiciera algo, pero ¿qué puede hacer si carece de atribuciones jurídicas?
-No pedí al lehendakari que se inmiscuyera en asuntos jurídicos, pero me parecía un escándalo que el lehendakari no hubiese dicho nada sobre un debate político de gran importancia como es que un conciudadano suyo puede que no pueda presentarse a las elecciones mediante un artificio jurídico. Mi consideración no fue en clave de reproche sino en términos políticos: si tenemos un gobierno que ni siquiera puede garantizar algo tan básico como es un derecho civil y político, tendremos que afrontar un debate de país y tomar decisiones.
¿Le parece sincero el apoyo que le ha ofrecido Pablo Iglesias o es algo instrumental para meter mano en su saco de votos?
-No quiero pensar eso, sino que todo el mundo entiende que un atropello como este no es bueno para el país ni para la convivencia. Desde un punto de vista progresista y de izquierdas no me parece que pueda haber otra actitud. Si yo estuviera en esa tesitura y el señor Urkullu no pudiera presentarse, estaría dispuesto a hacer todo para que pudiera presentarse. Incluso no presentarme yo a las elecciones.
¿Cómo pretende estar presente en el Parlamento si es inhabilitado?
-No tenemos eso previsto. De lo que se trata no es ya de neutralizarnos a nosotros como personas sino de neutralizar un proyecto independentista y de izquierdas para este país. No lo van a conseguir, seguiremos haciendo política en este país. Por tanto, si yo tengo que estar en el Parlamento Vasco, estaré.
¿Se va a apartar de la campaña electoral si le inhabilitan?
-Para nada, voy a hacer la campaña electoral hasta el último día, aunque esté inhabilitado porque la inhabilitación no afecta a la campaña electoral. A mí me han elegido las bases para liderar este proyecto y, por tanto, voy a estar en la campaña.
La inhabilitación está polarizando todo el debate e impidiendo que se hable de propuestas.
-A mí me gustaría hablar de la situación de aquí. Urge hacer un diagnóstico real de lo que sucede en el país. Hace poco tuve ocasión de hablar con un empresario que en su momento ocupó un cargo en Confebask, cercano al PNV, y le pregunté cómo veía las cosas. Me dijo que está difícil con este Estado y le pregunté si creía que tenemos futuro económico como país dentro de las estructuras del Estado español. Me dijo rotundamente que no. Ese es el debate a abordar y hay que pivotarlo sobre tres grandes ejes. El primero es el eje nacional: nosotros tenemos que ser conscientes de que o recuperamos soberanía y las decisiones se toman aquí o nos encaminamos a un desastre en términos económicos, sociales, culturales y nacionales.
¿Y los otros dos grandes acuerdos?
-Por un lado, un acuerdo social. Creemos que la crisis ha cercenado buena parte del Estado de bienestar y pensamos que hay que hacer un debate serio en torno a las posibilidades reales de este país de convertirse en un Estado moderno y socialmente avanzado como los países nórdicos. Eso es posible, pero para eso necesitamos soberanía. Y el otro gran acuerdo ha de ser sobre paz y convivencia. Aún persisten riesgos de que se cronifiquen algunos problemas que no están teniendo soluciones: víctimas, excarcelación de presos, desarme?
¿Qué vía propone para alcanzar la soberanía?
-El Estado español no es reformable en términos democráticos, entendido esto como la defensa de su plurinacionalidad y del derecho a decidir. Esa es nuestra conclusión, pero lo importante es lo que piensa la gente. Y no creemos que la gente en Euskal Herria ha llegado a esa reflexión, todavía. Los resultados de las últimas elecciones españolas han demostrado que sigue pensando que es más factible una vía hacia la soberanía si en Madrid se producen determinados cambios.
¿Están dispuestos a intentar esa vía para ver si prospera?
-Esa es una posición legítima que nosotros no compartimos, pero estamos dispuestos a elaborar una hoja de ruta que pase por la petición de reforma de nuestros marcos y que esa petición de reforma incluye tres cosas: el reconocimiento nacional, el derecho a decidir e instrumentos de soberanía social y económica. Esa reforma se puede dar en la CAV y en Navarra. Estamos dispuestos a explorar esa vía junto con el resto de agentes.
¿Por tanto, está dispuesto a dar un margen a la bilateralidad que propone Urkullu?
-Hace más de 40 años que tenemos un Estatuto y un Régimen de Amejoramiento en Nafarroa y seguimos con muchas competencias pendientes de transferir. Este es un Estado que no cumple su palabra, ni su ley. Pero, aún así estaríamos dispuestos a explorar esa vía si el marco que se propone recoge con claridad que somos una nación con derecho a decidir, no solo nuestra relación con el Estado sino con el resto de los territorios y con instrumentos para hacer políticas sociales. Pero, si luego hay un portazo como el que recibió Ibarretxe en el Congreso, habrá que empezar a explorar una vía unilateral.
¿Qué actitud va a mantener EH Bildu en la Ponencia de Autogobierno?
-Buscar el acuerdo sobre estos términos. Hay ingredientes interesantes en las cosas que estamos empezando a escuchar. Cuando se habla de una consulta habilitante previa a ir a negociar a Madrid, a nosotros nos parece que va en la buena dirección. El problema viene después si Madrid no acepta lo que los vascos ya hemos decidido. Lo que sí vamos a plantear en esa Ponencia es que hay que tasarlo en el tiempo, fijar fechas más o menos orientativas.
¿Acordarán con Podemos sobre el derecho a decidir?
-Estoy convencido de que en el Parlamento de Gasteiz va a haber una amplísima mayoría que acepta que somos una nación y que acepta el derecho a decidir. Hay que hacer operativa esa mayoría. Y va a haber una gran mayoría favorable a políticas sociales que eliminen los recortes. Esto nos va a dar la posibilidad de hacer grandes acuerdos.
Podemos apoya el derecho a decidir pero no reconoce el sujeto político vasco. Aún así, ¿ve posible un pacto con ellos?
-Es cierto que no reconocen el sujeto político vasco, pero hay algo que tenemos que reconocerle a Podemos y es que son capaces de defender el derecho a decidir en el Estado español. No es nada fácil. Con todo, hay algo que empieza a ser preocupante en Podemos y es su práctica. Aquí se negó a participar en las consultas de Gure Esku Dago y en el Parlamento catalán han hecho algo más preocupante, pues no han apoyado la desconexión y han votado con los sectores más unionistas. Aun así, estoy convencido de que se van a poder abrir vías de entendimiento con el PNV y Podemos en la próxima legislatura en torno al derecho a decidir y la nación vasca. Si diera marcha atrás en eso sería lo último en lo que daría marcha atrás porque ya lo ha hecho en muchas cosas y se convertirá en un partido más y su evolución empezará a parecerse a la que tuvo el PSOE en la transición.