las aguas bajan revueltas en Podemos Galicia. La tortuosa construcción de la confluencia con En Marea para las elecciones del 25-S y el complejo proceso de elección de candidatos resueltos esta semana ha reforzado la fractura interna en la que navega la formación morada. Ni siquiera la intermediación de última hora de la dirección estatal de Podemos para ordenar integrarse en el partido instrumental -desdiciendo así la decisión de la directiva local para tejer una coalición y abriendo un cisma interno- ha ejercido de bálsamo. La dilución de sus siglas en igualdad de condiciones con las del resto de fuerzas de En Marea (proyecto compartido por Anova, Esquerda y Mareas en Común) ha levantado un vendaval que llega a pocas semanas de abrirse una campaña electoral en la que todos manejan el objetivo de sacar al PP de Alberto Nuñez Feijóo de la Xunta. La tempestad parece lejos de amainar y ha mostrado la debilidad del andamiaje territorial de Podemos, que ve cómo su marca pierde fuelle ante sus socios autonómicos.

Un tuit de Pablo Iglesias salvó la alianza de En Marea y Podemos. La formación morada apostaba por el modelo de la coalición a la catalana -a imagen y semejanza de En Comú Podem- para visibilizar mejor su marca frente a la confluencia en la igualdad de condiciones que rige la unión de Anova, Esquerda y Mareas en Común, las candidaturas ciudadanas que gobiernan en algunas de las más populosas ciudades de Galicia, y que llevan tiempo trabajo codo con codo para edificar una alternativa a Feijóo a través de un partido instrumental. El dilema de Podemos era cómo coaligarse sin diluirse. Y, de hecho, sus bases aprobaron mayoritariamente la unión electoral, pero sin optar por una fórmula concreta. Apremiados por el calendario, las infructuosas negociaciones para mantener su identidad en el seno de En Marea amenazaban con encallar sin remisión y la cúpula de Madrid tuvo que virar de rumbo in extremis. Finalmente la formación asamblearia tuvo que dar su brazo a torcer y ni siquiera la intermediación de dos pesos pesados de la dirección como los secretarios de Organización y de Análisis Político y Social, Pablo Echenique y Carolina Bescansa -esta última gallega, para más señas-, que se desplazaron a Compostela para reconducir la situación a pocas horas de que se cerrar la opción de inscribir la fórmula elegida por Podemos, surtió el efecto esperado. La coalición no era la opción de sus socios.

La confluencia fue el único método que restaba, pero Podemos también ha tenido que tragar con otros condicionantes de sus socios -que en algunos casos no han dudado en criticar al partido morado-, que tenían perfiladas las bases de su partido o, como el caso de Anova, lleva años de trayectoria participando en alianzas electorales. El juez Luis Villares será el aspirante a presidente de la Xunta y compartirá el censo. Pero lo más importante es que se atendrá a los códigos que maneja el partido instrumental, tanto de funcionamiento como de alma política.

De todos modos, las diferencias reflejadas durante el proceso han supuesto otro enfrentamiento interno más entre partidarios de concurrir en solitario y favorables a la unión de fuerzas en igualdad. Hay quien incluso habla abiertamente de la posibilidad de una escisión. O quien va más lejos aún, como en el caso de la corriente Xuntos Podemos, que esta semana ha anunciado que legalizará “un partido político independiente” pero que trabajará de forma interna.

La situación se encontraba en un callejón sin salida ante la posición mostrada por los alcaldes del cambio -Martiño Noriega en Santiago y Xulio Ferreiro de A Coruña son las caras más conocidas- que mantuvieron intactos los postulados de En Marea. A Podemos no le ha quedado otra que aceptar la confluencia para no ir en solitario a las urnas, algo que nunca antes había ocurrido en una Galicia donde irrumpió con fuerza, aunque se desinflara en las pasadas generales de junio.

La unión mostrada anteriormente se ha visto alterada a las puertas de las autonómicas, en las que En Marea parte con serias opciones de ser segunda fuerza por delante del PSdG. Antes han certificado el proceso interno para elegir a los candidatos, retrasado 24 horas para que se pudieran incluir las planchas de la formación morada. A las votaciones para situarse en la carrera electoral se presentaron 239 candidatos de las cuatro provincias de la comunidad, con resultados que parecen haber dejado satisfechos a todos los actores de En Marea.

debilitamiento zonal La cuestión gallega no es para nada baladí, ya que el frente territorial abierto en Galicia amenaza con extenderse a otras comunidades, como Catalunya, en las que la formación morada dispone de confluencias en las que los siempre complejos equilibrios de poder entre las formaciones que las componen corren mayores riesgos de saltar por los aires. La CAV, por ahora, parece a salvo de disputas parecidas.

La proyección que está adquiriendo Ada Colau es de hecho una de las principales amenazas de cara al futuro. Nadie descarta que Catalunya se precipite a unas terceras elecciones sin la CUP y Junts Pel Sí no consiguen un entendimiento a la vuelta del verano, pero por si acaso la alcaldesa de Barcelona ha empezado a mover ficha. Conformar una confluencia potente que no repita el fiasco electoral padecido por Catalunya Sí que es Pot en las elecciones autonómicas de 2015, del que la primera edil se apeó, es el objetivo. Ese batacazo propició el adiós de Gemma Ubasart y tras un lento proceso para cubrir su vacante, el crítico Albano Dante Fachín se ha hecho con las riendas de la formación. Es cercano a las tesis de Colau y quiere dotar de mayor autonomía al partido para descentralizar la toma de decisiones.

La pérdida de poder territorial de la marca morada también se ha dejado sentir en la Comunidad Valenciana, otro espacio en el que pierde terreno frente a sus socios locales, en este caso ante Compromís y el auge de su líder, Mónica Oltra, una de las muñidoras del pacto a la valenciana que el pasado año logró desalojar al PP valenciano. Por segunda vez consecutiva han optado por desligarse de Podemos en el Congreso para integrarse en el Grupo Mixto, con lo que buscan obtener “más visibilidad” y “más capacidad de maniobra” lejos de las amarras de la formación morada.