MADRID - Mariano Rajoy ha dado su brazo a torcer y, finalmente, tendrá que someterse a una sesión de investidura sin tener garantizados los apoyos suficientes para sacarla adelante. Será el próximo 30 de agosto según precisó ayer la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, por lo que el presidente español en funciones tiene diez días para buscar el puñado de votos que precisa para repetir en el cargo.

El líder del PP se garantizó ayer los 32 votos de Ciudadanos que, sumados a los 137 de su partido y al previsible apoyo del único diputado de Coalición Canaria, le sitúa muy cerca de su objetivo. Pero necesita además el concurso activo de otros seis diputados en la primera votación en la que se necesita una mayoría absoluta para la investidura, y al menos once abstenciones en la segunda votación que se celebrará el 1 de septiembre en la que se requiere una mayoría simple.

La presidenta del Congreso anunció la fecha de la investidura después de que Rajoy anunciara estar en disposición de someterse a la misma tras reunirse con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y darse por iniciadas formalmente las negociaciones entre este partido y el PP. Y eso fue posible una vez que el presidente del Gobierno en funciones aceptó las condiciones que le ponía Ciudadanos para abrir el diálogo, todas relativas a la lucha contra la corrupción, incluida la de investigar el caso Bárcenas. Ambos partidos firmarán hoy en el Congreso ese pacto anticorrupción, que incluye la prohibición de que ningún cargo imputado forme parte del Gobierno o tenga escaño en el Parlamento; la eliminación de los aforamientos, y la reforma de la ley electoral sobre tres principios: listas desbloqueadas, proporcionalidad y fin del voto rogado.

Los otros tres requisitos son acabar con los indultos por corrupción política, la limitación de mandatos a ocho años y la apertura de una comisión de investigación sobre la “presunta financiación irregular del PP”, es decir, el caso Bárcenas. El líder de C’s ha expresado su satisfacción por el desbloqueo de la situación y por la apertura de una vía de negociación, hasta el punto de que ha recalcado que “quien siga haciendo cábalas sobre terceras elecciones que se las quite de la cabeza”. Habrá, dijo Rivera, un gobierno en minoría y un Parlamento plural, pero el país “se pondrá en marcha”.

Rajoy compareció ante los medios tras la reunión con Rivera y se mostró eufórico por el acuerdo, hasta el punto de asegurar que “hoy estoy en condiciones de presentarme a una sesión de investidura”, una posibilidad que él mismo puso en duda la víspera tras la reunión de la ejecutiva del PP. Pese a no tener, hasta la fecha, los apoyos suficientes, el líder popular se mostró ayer como si los tuviera. “A una sesión de investidura no se puede ir cuando uno tiene la certeza absoluta de que no puede ser investido; por eso, ahora voy a la sesión de investidura”, destacó, para a renglón seguido subrayar que el acuerdo de ayer con Ciudadanos constituye un “paso decisivo para formar gobierno y para que no se repitan las elecciones”.

ELECCIONES VASCAS Y GALLEGAS La celebración de una sesión de investidura con los votos del PP y de Ciudadanos y el diputado canario está abocada al fracaso y pondría en marcha el reloj de los dos meses desde la primera votación para la convocatoria de unas elecciones generales, que se celebrarían 54 días después de la disolución de las Cortes, esto es, el 25 de diciembre. Aún así cabe la posibilidad de que el rey Felipe VI vuelva a proponer a Rajoy para un nuevo intento postrero o que se postule otro candidato, lo que parece complicado ya que, aunque PSOE y Podemos alcanzasen un acuerdo que a día de hoy parece inviable, precisarían del apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes, una posibilidad muy remota teniendo en cuenta las líneas rojas de los socialistas sobre el derecho a decidir. De materializarse esta posibilidad, se produciría a finales de septiembre o principios de octubre, una vez realizadas las elecciones en Euskadi y Galicia.

La decisión de Rajoy de ir a una investidura sin tener garantizado el éxito y de fijar la investidura el 30 de este mes -que en caso de fracasar llevaría las terceras elecciones al día de Navidad- supone una doble carga de presión sobre las espaldas de Pedro Sánchez para que convierta su “no rotundo” a Rajoy en una abstención, aunque sea de un puñado de sus diputados. Los populares buscan endosarle la responsabilidad de que los españoles tengan que ir a votar el 25 de diciembre. En este sentido se manifestó el líder del PP catalán, Xavier García Albiol: “A ver si tiene narices de enviar a 36 millones de españoles a repetir elecciones el día de Navidad”, escribió en su cuenta de Twitter.

En círculos socialistas se empieza a hablar ya de la posibilidad de que Sánchez someta el asunto a un nuevo Comité Federal del PSOE para evitar que la responsabilidad de una decisión favorable a apoyar a Rajoy recaiga sobre él.