No era ninguna desconocida cuando el 1 de agosto cumplió las expectativas y se hizo con el bastón de mando de Podemos Euskadi. Así se despejaba la incógnita de quién lideraría la candidatura de Podemos al Parlamento Vasco, aunque de la misma forma se abrieron interrogantes sobre la postura que adoptaría en temas capitales de la actualidad política. Dado el salto a la primera plana del ruedo político vasco en un partido de corta trayectoria pero pronunciamientos de sobra conocidos, Pili Zabala ha mostrado diferentes caras: ha marcado perfil propio en algunos asuntos -al no abrazar el discurso de los responsables de la cúpula vasca en el “desalojo del PNV” de Ajuria Enea, por ejemplo- pero, por el contrario, ha seguido a pies juntillas el hilo argumental de la coalición electoral Elkarrekin Podemos a la hora de pronunciarse sobre el debate territorial, cuestiones identitarias y sociales. Durante las próximas semanas deberá despejar algunas de las cuentas cuentas pendientes que todavía rodean su discurso político, caso de las medidas de dos pilares del bienestar de la ciudadanía como la educación y la sanidad.

En barbecho durante las últimas jornadas tras la sobreexposición en los primeros días tras su elección como aspirante, Zabala ha dado muestras de haber interiorizado algunas claves del mensaje de Podemos. Lo ha hecho, eso sí, mostrando matices propios. Ha abordado asuntos de primera plana como el debate independentista, el derecho a decidir para zanjar la cuestión territorial, la política de dispersión de los presos de ETA o la construcción del TAV pasando de perfil, aunque para no hacer excesivo ruido en las primeras jornadas de estreno de su candidatura. Ejemplo de ello fue su rechazo revelar si es favorable a la secesión para pasar la pelota al tejado de la sociedad, una estrategia en la que la formación morada suele incidir. En “un tema de tal alcance la opinión de Pili Zabala no es crucial”, repitió sobre una secesión que, en todo caso, no considera “una prioridad actual”. Precisamente esa indefinición, junto a sus declaraciones sobre el “marco legal” que debe de regir la celebración de un referéndum, la “segunda oportunidad” a brindar a Arnaldo Otegi o la necesidad de una nueva política penitenciaria le han valido más de una crítica a la aspirante a ser la primera mujer lehendakari de la historia, tanto desde el entorno de la izquierda abertzale como desde sectores de la derecha española.

Conocedora de que Elkarrekin Podemos tiene su veta en forma de votos en los mensajes de calado social, la aspirante a Lehendakari-tza ha optado por prodigarse en esas consignas. En ese campo sí que se ha explayado, dando además continuidad al hilo argumental trazado por la coalición electoral. Con la situación social como argumento y aún habiendo sido menos crítica que algunos responsables del partido que encabezará en las urnas del 25-S, Zabala ha lanzado reproches al Ejecutivo de Urkullu por no haber atajado las consecuencias de la crisis que golpea a Euskadi, especialmente en forma de desigualdades, empleo o la igualdad de oportunidades de los ciudadanos en ámbitos como la vivienda o el empleo público. Otros de los mensajes interiorizados han sido los de la convivencia democrática y el autogobierno, en el que apela a la consecución de nuevas cotas pero especificando la utilidad a dar a las competencias que puedan llegar de Madrid. El TAV, que apunta a reformular tramo a tramo, ha sido otro de sus pronunciamientos coincidentes en buena parte con las posturas que mantienen los tres socios -Podemos, Equo y Ezker Anitza- que componen la alianza electoral.

Las incógnitas Zabala también se ha distanciado de uno de los principales reclamos de Podemos en Euskadi. Es sabido que la formación morada apunta insistentemente al desalojo del PNV de Ajuria Enea. Acabar con la “fuerza hegemónica” es uno de los principales objetivos a los que el triunvirato en la dirección, formado por Nagua Alba, Eduardo Maura y Lander Martínez, ha aludido. El último de ellos, de hecho, abrazó la idea de gobernar en solitario o con ayuda de EH Bildu y PSE, formaciones más afines en lo ideológico. Su aspirante a lehendakari, que ha tenido un papel activo en diferentes iniciativas de convivencia democrática siendo hermana del presunto activista de ETA Joxi Zabala, asesinado por los GAL, no ha compartido ese mensaje al 100%. Es más, tampoco ha clarificado sus preferencias en cuanto a lo pactos postelectorales. “Quiero construir un país con todos, incluido el PNV y el resto de partidos político”, indicó nada más ser presentada hace tres semanas. En esos términos se han movido sus declaraciones de después.

Pero muchas son las incógnitas que Pili Zabala deberá despejar durante las semanas venideras, antes de que la CAV abra el 8 de septiembre una nueva campaña electoral en la que Elkarrekin Podemos aspira a vencer en las urnas. Más puesto el foco en los vaivenes de la actualidad política, la aspirante a lehendakari ha pasado de puntillas en asuntos de vital importancia de cara al futuro cercano como las medidas para la recuperación de la economía y la industria, la incentivación de las políticas culturales y el euskera, iniciativas para el desarrollo del sector primario, modernización de las infraestructuras o conservación del medio ambiente. Más sonado es que apenas haya hecho mención a la sanidad o la educación, dos pilares del bienestar social que la formación morada siempre ha propugnado. En esa tarea será vital la elaboración del programa con el que Elkarrekin Podemos presentará sus credenciales a la ciudadanía, pero lo cierto es que toca esperar para despejar las incógnitas.