El mirlo es pájaro común, con plumaje de color negro y pico amarillo, muy frecuente en nuestra fauna avícola. Es tan absolutamente negro, que la expresión “mirlo blanco” se usa para señalar algo o alguien raro, pero dándole un valor extraordinario en caso de encontrarse alguno. Podría decirse lo mismo del trébol de cuatro hojas, o del unicornio, expresiones que señalan una oportunidad rara y a su vez altamente favorable.

Podemos Euskadi, al menos su sector oficial Ahal Dugu, cree haber encontrado su mirlo blanco designando como candidata a lehendakari a Pili Zabala. Se trata de esa oportunidad rara y en principio altamente favorable, que tiene como protagonista a una persona sin adversarios políticos conocidos, tratada con exquisito respeto por los medios de comunicación y que goza de suficiente popularidad como para ser ampliamente conocida como hermana del refugiado José Ignacio Zabala, secuestrado, asesinado y enterrado en cal viva por guardias civiles de Intxaurrondo junto a su compañero José Antonio Lasa.

No puede negarse que su designación como candidata a lehendakari causó sorpresa por lo atípico del personaje, diametralmente diferente a los políticos al uso. Pili Zabala se ha prodigado en intervenciones públicas, siempre en razón a su condición de víctima, y nadie puede dudar de su trabajo prolongado por el final de la violencia y el apoyo a todas las víctimas, destacándose también en su apuesta por la transversalidad.

Hasta aquí la descripción del supuesto mirlo blanco de Podemos. Una vez definida a primera vista la personalidad de la candidata, vendría bien repasar el recorrido y los entresijos de su designación.

Habrá quienes, muy al modo de Podemos, presuman de la condición apolítica de Pili Zabala, quizá para dotarle de un aura incontaminada, teniendo en cuenta las miserias de la política tradicional, Pero habrá que recordar que en las últimas elecciones municipales EH Bildu le ofreció participar en la lista para el Ayuntamiento de Zarautz, oferta que en principio aceptó pero que finalmente rechazó tras haber sido aconsejada de que podría perder su voz autorizada como víctima del terrorismo. Pili Zabala debería ser consciente de que su encabezamiento de la lista de Podemos Euskadi forma parte de la estrategia del partido emergente para agrandar el bocado de votos arrebatados a EH Bildu, después de que ya ha mordido todo lo que podía morder al resto de adversarios políticos. No hay que ser adivino para comprobar que su designación como candidata a lehendakari ha pillado con el pie cambiado a la coalición abertzale, que había puesto en Arnaldo Otegi sus máximas aspiraciones y ahora se encuentra con una contendiente apreciada y admirada por buena parte de su propia base social.

El sector oficial de Podemos Euskadi ha actuado con astucia, no hay duda, porque para empezar ha ganado la batalla interna solventando la dificultad que suponía la candidatura de Juan Luis Uria, propuesta por los críticos de Kaliangora, que gozaba de gran prestigio. Ha colocado como figura central a una persona que disfruta de la ventaja de ser víctima y, por ello, del respeto del auditorio. No es fácil replicar con dureza política a una persona que ha vivido un pasado tan doloroso como injusto. Una apuesta por la persona, no por su programa.

El problema para la candidata Pili Zabala es el salto excesivo de la inocencia política a la primerísima fila de responsabilidad, Un salto mortal sin red para el que la candidata no puede aportar más que su condición de víctima porque no tiene discurso político conocido, ni programa de gobernanza, ni propuestas para los grandes problemas como el desarrollo económico, el empleo, la política social, el nuevo estatus de soberanía o cualquiera de las grandes inquietudes de nuestra sociedad. Da la impresión de que Pili Zabala va a quedar condicionada a cumplir lo que se le diga desde la dirección del partido al que representa. Hasta ahora poco ha adelantado de su propuesta política, y si una vez lo ha hecho se ha limitado a generalidades o a citar como prioridades de su programa la lucha contra la crisis económica, la búsqueda del modelo territorial que desean los vascos y la creación de un marco definitivo de paz y convivencia. Mira por dónde, los mismos tres ejes en los que Iñigo Urkullu y el PNV basan su estrategia. Sorprendente.

Ante estas peculiares cualidades de la candidata, tan alejadas de lo que suele considerarse como profesionalidad en los aspirantes habituales, es difícil evitar la sospecha de que el golpe de efecto de Podemos se equipare a la tan vituperada estrategia del PP, a la pornográfica instrumentalización de las víctimas. No es fácil borrar de la mente nombres como Mari Mar Blanco y otros familiares de asesinados por ETA que han ocupado y ocupan importantes cargos en ese partido o en las instituciones. Por su condición de víctimas, siempre han contado con la ventaja del respeto y la ausencia de crítica.

Ojalá que de esta aventura no salga perjudicada la hasta ahora intachable imagen pública de Pili Zabala, modelo de diálogo, respeto y transversalidad.