Washington - Después de cuatro días en que los republicanos exhibieron lo mejor de Donald Trump y trataron de ocultar lo peor, le toca ahora el turno a Hillary Clinton de presentar su caso en la Convención Demócrata, para llegar a la presidencia a la que aspira desde hace más de ocho años y para la que se ha ido preparando casi toda su vida
Clinton, que fue el blanco de los delegados en la Convención Republicana de Cleveland, donde lo que más se oyó en contra de ella fue “hay que meterla en la cárcel”, tiene un blanco muy grande y fácil para disparar contra el candidato republicano Donald Trump, pero también ella ha de cubrir extensos flancos, desde su problema con los correos electrónicos hasta la defensa de posiciones que ahora repudia.
Cuando los miles de delegados se reunieron en Filadelfia este lunes, la Convención se encontraba en una situación paradójica y totalmente contraria a lo que muchos habían previsto la semana anterior: después de criticar a los republicanos por su falta de unidad, los demócratas exhibieron divisiones tanto o más fuertes, que obligan a dimitir a la principal defensora de Clinton en contra de Sanders, la presidenta del partido Debbie Wasserman-Schultz, quien ni siquiera se dirigirá a los delegados, lo que vuelve a poner de relieve los desacuerdos entre Clinton y su rival Bernie Sanders.
Aunque Sanders, después de su derrota en las primarias, se subió al carro de Clinton y prometió luchar fielmente para derrotar a Trump, la herida se volvió a abrir este fin de semana con la divulgación de millares de correos electrónicos de los líderes del partido. Fue una gesta de Wikileaks, que demostró lo que todos sabían, es decir, que los bonzos demócratas habían apoyado a Clinton desde el primer día y estaban dispuestos a cualquier juego, limpio o sucio, para cortarle el paso a Sanders o a cualquier otro rival.
Quizá lo más sorprendente en todo esto fueron las afirmaciones del director de campaña de Clinton, Robby Mook, quien declaró que había fuertes indicios de que las filtraciones de Wikileaks procedían de Moscú, porque el presidente ruso Vladimir Putin había lanzado a sus expertos en informática a recoger estos datos? porque prefiere como presidente americano a Trump que a Clinton.
Otra teoría es que los datos se los dio a WikiLeaks algún funcionario del partido, disgustado por la derrota de Sanders. Y es que Sanders, senador por Vermont que no milita en el Partido Demócrata sino que siempre ha ganado las elecciones como “independiente”, no solamente fue derrotado en las urnas, sino que se siente defraudado porque Clinton no sigue su línea política, más progresista que la de la ex primera dama pues él mismo se presenta como “socialista”, algo impensable en Estados Unidos hasta estos momentos.
Giro a la derecha de clinton La selección de Clinton para candidato a la vicepresidencia del senador de Virginia Tim Kaine le pareció demasiado conservadora a Sanders, pero Clinton no quiere alienar al centro y los independientes con candidatos demasiado progresistas. Además, tanto o más importante para el nombramiento de Kaine es su buen conocimiento del idioma español, aprendido en el año que pasó de maestro en una misión jesuita en Honduras.
Con 27 millones de hispanos con derecho a voto, este bloque de votantes es igual al de los negros, pero no es tan monolítico y, sobre todo, vota poco: la participación negra es del 67%, la hispana del 47%, pero además los negros votan en masa a los demócratas, por lo menos el 90% y la vez que hubo más votos demócratas entre los hispanos alcanzaron el 70%, aunque habitualmente están alrededor del 60%.
Según el patrón habitual, en noviembre tan solo acudirían a las urnas 11 de los 27 millones de hispanos con derecho a voto, de forma que motivar a este sector a participar en las elecciones puede ser decisivo para Clinton. Y fácil, porque Trump sigue fulminando contra los inmigrantes a los que sigue tildando de violadores y narcotraficantes.
El Partido Demócrata aprovecha la ventaja de detentar la presidencia y trata de aupar más aún el voto hispano con un proceso acelerado de naturalización. En los últimos meses, la espera para tomar el examen y jurar fidelidad, que a veces era de mas de un año, se ha reducido de forma espectacular a pocas semanas. Muchos sospechan que la administración demócrata trata así de aumentar el número de votos demócratas, el partido preferido por casi todos los inmigrantes en los primeros años de residir aquí.
A pesar de los miles de partidarios de Sanders que se manifestaron frente al centro de convenciones y exhibieron su indignación con el partido, la Convención empezó con buen pie: mientras esperaba a la primer dama Michelle Obama y el propio Sanders para los discursos inaugurales, las encuestas daban a Trump una mini ventaja de tan solo 3 puntos, lo que probablemente va a girar de signo y crecerá en los próximos días, como es habitual después de cualquier convención
Otra ventaja es que únicamente el 2% de los partidarios de Sanders, por irritados que estén, se dicen dispuesto a votar por Trump, mientras que en las filas republicanas hay muchos más indecisos que temen más a su propio candidato que a Hillary Clinton.