dos declaraciones socialistas para ponernos en situación. Idoia Mendia desde el PSE muestra su apoyo total a Sánchez para que “no facilite un Gobierno de Rajoy o de otro dirigente del PP ni por activa ni por pasiva”. La otra viene del sur y la ha pronunciado Juan Cornejo, secretario de organización de la Federación socialista andaluza, y es también muy clara: “Existen compañeros que a nivel personal proponen otra cosa, pero la postura del PSOE está clara y es un no rotundo a Rajoy y al PP”.
El antecedente de hace solo seis meses avala el crédito de estas palabras y fuimos muchos, me incluyo entre ellos, los que pensábamos que llegado el momento y aunque fuera al límite el PSOE evitaría mediante una abstención que las elecciones tuvieran que repetirse. No fue así y Sánchez logró lo que parecía imposible: sobrevivir como secretario general a su fracaso para ser investido presidente.
Podríamos estar ante una situación similar a la que se produjo tras las elecciones del 20-D, aunque hay algunos matices que la hacen diferente y que, por lo tanto, permiten poner en duda tanta determinación para impedir un Gobierno de Rajoy. La primera razón es muy evidente y es que el PP ha salido fortalecido de esta última cita electoral y, aunque los números sigan sin hacer fácil una mayoría suficiente para gobernar, sí que debilita el muro que trate de impedirlo.
La segunda razón no tiene que ver con los números sino con lo que los propios dirigentes socialistas han ido avanzando. Han dicho por activa y por pasiva que no habrá nuevas elecciones, que no se pedirá a la ciudadanía que se acerque a las urnas porque los representantes políticos no han sido capaces de ponerse de acuerdo. Desde luego que esto no es culpa exclusiva del PSOE, pero no puede evadir su responsabilidad en la parte alícuota que le corresponde.
Pues bien, en esa línea parece que van “esos compañeros que a nivel personal” (así los llama Cornejo) apuestan por negociar una abstención con el PP. Entre el voto favorable y el negativo existe esa tercera opción que en determinadas situaciones, como es la actual, tiene una enorme fuerza negociadora para lograr objetivos políticos.
No se me ocurre otra manera de salir airoso de la doble promesa porque alguna será incumplida. Eso, seguro. O vamos a las urnas porque el PSOE mantiene el no a Rajoy o negocia una abstención que sea bien digerida por sus electores. Para la segunda opción, el inconveniente es el marcaje de Podemos. ¿Qué pesará más?