Londres - Se veía venir. Todos tenían claro que el líder laborista, Jeremy Corbyn, iba a perder la moción de confianza ideada por sus disconformes diputados y así ocurrió. La reunión fue ayer a puerta cerrada, pero pasadas las cinco de la tarde (hora local), se hicieron públicos los datos: 172 votos en contra, apenas 40 a favor, 4 votos nulos y 13 abstenciones. Era el resultado de la moción de confianza fue puesta en marcha durante el fin de semana, por las parlamentarias Margaret Hodge y Anne Coffey. Tras conocerse que Brexit había ganado en el referéndum del 23 de junio, fue la gota que colmó el vaso de unos diputados laboristas que nunca vieron con buenos ojos la elección de su líder el pasado mes de septiembre, apenas hace nueve meses, aunque fuese con un aplastante respaldo. La líder de los laboristas en Escocia, Kezia Dugdale, sugirió a Corbyn que su posición era insostenible: “Si hubiera perdido el apoyo del 80% sobre mis proyectos, no podía hacer mi trabajo”. Mientras, el diputado y crítico con Corbyn Wes Streeting reconoció que la votación “no tiene precedentes” y agregó: “Creo que Jeremy simplemente tiene que aceptar ahora que su liderazgo es insostenible”.
Nada más lejos de la realidad. Corbyn dejó claro que “la votación no es vinculante”, y en un comunicado hecho público apenas unos minutos tras la votación, dejó claro que no renunciará. “Fui elegido democráticamente líder de nuestro partido para un nuevo tipo de política, con un respaldo del 60% de los miembros y partidarios del laborismo y no voy a traicionar al renunciar”, dijo. Además, no tuvo dudas en llamar a la unión ante la situación de incertidumbre que atraviesa Reino Unido, con en inicio de las negociaciones de la salida de la Unión Europea y la dimisión de primer ministro, David Cameron. “Somos un partido democrático, con una constitución clara. Nuestra gente necesita que los miembros del Partido Laborista, sindicalistas y diputados se unan a mi liderazgo en un momento crítico para nuestro país”, señaló.
la incógnita del voto de corbyn Corbyn también dio datos importantes para avalar su liderazgo, siempre en entredicho: “El mes pasado, el laborismo se convirtió en el partido más votado en las elecciones locales. En el referéndum del jueves, una estrecha mayoría votó a salir, pero dos tercios de los laboristas respaldaron nuestra llamada por un voto por la permanencia”. La polémica también salpicó a Corbyn por saber qué habría votado en el referéndum. Si bien el líder laborista confesó que en el de 1975 sobre la permanencia en la Comunidad Económica Europea había votado por la salida, en esta ocasión todos esperaban que votase por la permanencia. No lo cree así Chris Bryant, uno de los laboristas que renunció el domingo, alegando que Corbyn “no quiso decirme lo que había votado” y lamentando que “durante toda la campaña su actitud fue tan cercana a la ineptitud, que mucha gente no sabía realmente cuál de las dos opciones defendía”.
Corbyn, veterano político de izquierdas, continuará así su trabajo para hacer frente a la austeridad y la promesa de renacionalizar los trenes y los principales servicios públicos. Una línea que no comparte un sector importante de su partido, más favorable a seguir la línea iniciada por Tony Blair, con el llamado Nuevo Laborismo. Mientras elige a nuevos ministros en la sombra, las dimisiones en su formación continuaron. La más reciente fue la del responsable de Justicia, Andy Slaughter. En el caso de Dave Sparks, representante laborista en la circunscripción de Dudley y ex presidente de la Asociación de Gobiernos Locales, advirtió de que si Corbyn se mantiene, el apoyo al laborismo en Inglaterra desaparecerá, tal y como ocurrió en Escocia tras en referéndum independentista.
Por ahora, la figura que suena con más papeletas para hacerse con el liderazgo es la ex responsable de Negocios, Angela Eagle. A ella se suman en las quinielas Dan Jarvis, considerado durante mucho tiempo como potencial líder, y también la ex ministra Yvette Cooper, si bien esta última rechazó esa posibilidad.