una de estas tardes de sofing me desperté mientras dormitaba con un aullido. Era un lobo ártico, loba para más señas, rodeada de lobeznos a los que trataba de alimentar regurgitando la carne de un buey almizclero que había sucumbido tras una persecución de veinte kilómetros por heladas estepas. Estos reportajes de sobremesa son como pequeños cuentos que humanizan a los animales, aunque en mi caso lo que pasó fue que animalizó a humanos.

Imaginé a los lobos que acechan a un Sánchez agotado, que deambula por la llanura política buscando dónde refugiarse después de recorrer una dura travesía. Anda el candidato socialista sin encontrar su sitio mientras a izquierda, derecha y hasta en su misma manada, afilan los colmillos ante la inminencia de una estrepitosa caída. Puede que el PSOE se recupere, hay base para ello, pero le costará. Respira por la herida que propios y extraños le han ido asestando sin piedad.

Está Sánchez viviendo esos últimos momentos en los que agita la testuz en varias direcciones buscando que los afilados pitones ensarten a los enemigos que le agotan. Va a por Rajoy, pero se gira y busca el cuerpo a cuerpo con Iglesias, que es quien le muerde donde más duele.

No es que haya una pinza deliberada, es que la simple confluencia de intereses de quienes ocupan los flancos provoca esa asfixia. Unidos Podemos no tiene prisa, sabe que con insistencia erosiona al PSOE; si no cayó en diciembre, ya caerá ahora. Y si le paso y pacto, me lo zampo. Y si no hay sorpasso, no pacto y sigue cayendo. Perverso pero eficaz. En Euskadi, hay más parámetros que ese de izquierda y derecha, arriba y abajo, casta y gente. Porque aún está sin quedar claro qué discurso maneja Unidos Podemos respecto al autogobierno. Rebobino al Iglesias que tras la victoria en Catalunya y Euskadi el 20-D descubrió que el derecho de autodeterminación era una bandera rentable y hasta una línea roja. Pero si escucho al Iglesias en eso parecido a un debate a cuatro, porque no se debatió, me da que ha habido metamorfosis.

Iglesias no solo ha mutado del marxismo a la socialdemocracia, un salto muy práctico por cierto, sino que ha alterado el orden de los factores para formular un derecho de autodeterminación sujeto a una reforma constitucional que, esa sí, debe aprobar el electorado español. Eso es, exactamente, lo contrario de un derecho a decidir, porque niega que los pueblos que deseen autodeterminarse, el catalán o el vasco, sean un sujeto político soberano. Para entendernos, sería un derecho otorgado, que es un sindiós político.

Las encuestas que hemos conocido esta semana (Focus EiTB y Deustobarómetro) confirman que tampoco los electores deben de tener tan claro lo que propone Unidos Podemos para la sociedad vasca, aunque sí para la española. Le dan como claro vencedor en las generales del 26-J pero le relegan a la tercera plaza en las autonómicas previstas para otoño. Le funciona mejor el mensaje netamente de izquierda que el de la defensa del derecho a decidir. Y la sociedad vasca tiende sí, a la izquierda, pero también hacia mayores cotas de autogobierno.