En estos casi seis meses de ínterin hemos conocido más a fondo a los cuatro presidenciables. Uno u otro nos caerá en suerte, puede que al podio monclovita termine por subirse más de uno, aunque no exista la medalla de oro ex aequo, que se sepa, pero tantas situaciones inéditas se han adueñado de nuestra rutina diaria? Dos presis todavía no, pero dáles tiempo.
En estas semanas políticamente cansinas, hemos leído a Pablo Rivera confesar que no es gai ni consume estimulantes. Pedro Sánchez puede prometer y promete que su cantante favorita es Beyoncé. Mariano Rajoy perjura que el precio de las chuches no va a subir, es más, va a bajar (la pregunta menciona en femenino el artículo en cuestión). Pablo Iglesias besa con sabor a cambio, cuenta él que con luz y taquígrafos, a plena luz del día, ha probado sus labios ya en dos ocasiones, bribón.
Por este panorama nuestro no se arroja la hoz y el martillo como objetos voladores que intentan agredir a los comunistas y su parroquia, tampoco se sabe que se organicen sesiones cursis con tiernos infantes; en tierra gastrónoma genuina ni uno solo de los candidatos se ha puesto el delantal ante los fogones ni ha acudido profesional televisivo alguno a su casa de ellos a comprobar cuánhumanos resultan en la intimidad rodeados de cámaras. No tenemos hormigas; los políticos de aquí no bailan en pantalla, desconocemos si por mayor consciencia de que eso no sirve para quitarse el voto el uno al otro o porque el dancenunca ha sido lo nuestro.
Pues es igual, tanto empeño en que la ciudadanía vote con mayor conocimiento, trascendencia y sabiendo distinguir a los líderes verdaderos de aquellos que no practican lo de la altura de miras y la ambición de afrontar retos y tomar decisiones no tiene por qué dar sus frutos. El censo se lo ha tomado todo tan civilizado, europeo, que no se vislumbra más que otro panorama político endiablado again. Al fin y a la postre, se va a proceder a la repetición de las mejores jugadas, de forma tan natural que vamos a llevar la misma papeleta. Pásmense, ni con plasmacurvy escarmienta el márketing, aún más obsesionado que antes en que esta política tan pegada a la tierra yde nueva dialéctica enseñe todo lo que la pantalla le pide. Una imagen más amable y divertida, cercana, con la que tampoco se conecta con el público.