Mosul - La ciudad de Mosul está asediada por las fuerzas iraquíes cuando cumple dos años bajo el yugo del grupo yihadista Estado Islámico (EI), una ocupación marcada por las atrocidades y por una duración más prolongada de lo esperado. El 10 de junio de 2014, un grupo de apenas 300 yihadistas irrumpieron sin resistencia en la segunda ciudad más poblada de Irak, dejada a su suerte por el Gobierno y el Ejército, que se retiró de la urbe ante el avance del EI. Dos años después, el Gobierno provincial de Nínive, cuya capital es Mosul, no se olvida de ese abandono e insiste en la necesidad de que se acelere la liberación de la ciudad del yugo de los radicales. “Consideramos este día un importante punto de inflexión en la historia contemporánea de Nínive, en el que los aparatos de seguridad de Mosul renunciaron al cumplimiento de su deber, lo que desembocó en esta gran catástrofe”, aseguró el Gobierno regional en un comunicado difundido ayer con motivo de este segundo aniversario.

En esa misma nota, las autoridades locales también recriminaron a Bagdad la supresión de los salarios a los funcionarios tras la ocupación, porque es “lo que más ha aumentado el sufrimiento de los civiles”.

A la inesperada conquista de Mosul, que supuso un espaldarazo para la moral de los combatientes extremistas, le siguió un breve periodo de tregua en la ciudad, en la que los yihadistas ofrecieron el perdón tanto a funcionarios como a periodistas y a agentes de seguridad.

Sin embargo, el terror, las amenazas, las detenciones y las ejecuciones extrajudiciales no tardaron en imponerse en la mayor de las ciudades que administra el EI, incluso contra aquellos que habían jurado lealtad a los nuevos gobernantes.

Las mujeres han sido uno de los colectivos que más ha sufrido la imposición de la ideología retrógrada y medieval de los fanáticos del EI, como relata la diputada provincial Balquis Taha. “Más del 85% de las mujeres han sido privadas de una educación debido a que el EI ha cerrado numerosos institutos y facultades y ha reservado el estudio a los hombres, excepto en la facultad de medicina”, dijo Taha.

No pueden, además, salir solas a la calle, las peluquerías de mujeres han sido clausuradas y únicamente pueden ser atendidas en clínicas y hospitales por personal del mismo sexo, debido a la segregación impuesta por las enseñanzas islámicas que aplica el Estado Islámicio. Se calcula que más de un millón de personas han abandonado Mosul y el resto de zonas que el autoproclamado califato controla en Nínive, pero dos millones y medio siguen todavía sufriendo el siniestro fervor de los terroristas.

Sin embargo, en estos 24 meses, la euforia yihadista que siguió al dominio de Mosul y que animó al máximo líder yihadista, Abu Bakr al Bagdadi, a proclamar un califato en territorios de Siria e Irak, ha desaparecido.

A mediados de mayo, Washington informaba de que el EI había perdido el 45 por ciento del territorio que llegó a controlar en Irak. Además, según dijo el presidente de la Comisión de Seguridad del Consejo de Nínve, Mohamed Ibrahim al Bayati, sólo en Mosul el EI ha perdido 9.923 combatientes, 7.650 el primer año y el resto el segundo.

En la actualidad, una ofensiva al sur de Mosul lanzada por el Ejército y otra en el norte activada por las fuerzas de seguridad de kurdistán iraquí peshmergas, ha puesto aún más en guardia al EI, que también sufre el acoso de las fuerzas regulares en la ciudad de Faluya, su segundo bastión en Irak.

Este retroceso se ha traducido en una presión cada vez mayor sobre la ciudadanía, que cuenta cada vez con menos recursos, menos alimentos y más impedimentos para abandonar la ciudad.

Según Al Bayati, 4.126 ciudadanos han sido asesinados en la capital de Nínive -3.250 el primer año de ocupación y 876 el segundo- por los yihadistas.

El Gobierno de Bagdad ha prometido centrarse en la reconquista de Mosul, una vez que recupere la ciudad oriental de Faluya, contra la que el pasado 23 de mayo lanzó una ofensiva salpicada de denuncias por supuestas torturas y asesinatos de civiles por parte de las fuerzas regulares. Sin embargo, los lentos avances han alejado cada vez más al Gobierno de Bagdad de los ninivenses, que dos años después de la caída de su capital, centran sus halagos en la región autónoma kurda por su “postura humanitaria y patriótica hacia los desplazados que han buscado refugio en el Kurdistán”.

“Hoy, dos años después de la ocupación de Mosul por Daesh, el Gobierno regional de Nínive responsabiliza al Gobierno central y a la comunidad internacional del retraso de la liberación de Mosul, aunque muestra su optimismo y plena confianza en la victoria del Ejército iraquí, los peshmergas y la (milicia tribal suní) Multitud de las Tribus”, se asegura en el comunicado difundido ayer.