no sé si estas elecciones nos pillan preparados, pero lo cierto es que empieza de nuevo la carrera. Han sido necesarios seis meses de dimes y diretes para volver a donde lo dejaron, que no es lo mismo que volver al principio. Los seis meses transcurridos han dado para mucho porque en política ciento treinta y cinco días pueden ser una eternidad. Tiempo suficiente como para que el PP respire tranquilo sabiendo que, esta vez, el eje del debate no será su gestión, sino la incapacidad de los demás para llegar a acuerdos. Dicen que para Mariano Rajoy resistir es ganar. Quizás alguien debiera hacerle saber que eso sólo es cierto cuando sales a defender.

Otra de las dudas que parece quedar despejada es la de qué sensaciones pudiera haber provocado en el electorado español la incapacidad de los cuatro partidos estatales más votados para llegar a acuerdos entre sí. Muchos confiaban en que dicha incapacidad para alcanzar acuerdos provocaría en el elector de a pie un irrefrenable deseo de retornar al bipartidismo. Si atendemos a las encuestas, parece que nada de esto va a suceder. Pocos añoran aquel contexto político en el que todos ganaban pero solo uno gobernaba y lo sabía desde el mismo momento en que se ponía a dar brincos en el balcón.

Otra variable que ha ido tomando forma es dónde se situará esta vez el eje derecha-izquierda. Si en diciembre Podemos y el PSOE pugnaron por demostrar cuál de los dos estaba más a la izquierda, todo parece indicar que esta vez la tendencia va a ser la contraria. La pelea promete ser feroz. El PSOE sale a competir para evitar ser el tercero y en su pugna con Podemos señalará todas las incoherencias y giros ideológicos de los de Iglesias, aún a riesgo de dejar al aire las suyas propias.

Lo de Ciudadanos sigue siendo una incógnita. ¿Serán capaces de rentabilizar la imagen de grupo negociador que les asignan las encuestas? De momento, las preguntas que está teniendo que responder Rivera se refieren a sus hábitos personales, lo cual no deja claro si eso responde a que lo visualizan como posible presidente o todo lo contrario.

Lo que sí quedó claro desde el primer día es la importancia que los principales grupos políticos estatales otorgaron a la denominada agenda vasca durante las no negociaciones llevadas a cabo. Ninguna.