Lo mismo se te matan cayéndose al Manzanares, propelidos por efectos de pelea previa al partido de marras, que te cuelan en salva sea la zona tiendas de campaña, camping gas, símbolos, asambleas, tótems, emblemas y pitidos no permitidos en la lista de elementos que a uno le ayudan a velar por la libertad pública sin menoscabo de la seguridad ciudadana (permítasenos la alteración del orden natural de las cosas).

Quien dice una bandera o similar, dice una camiseta o un pintarse la cara con rayas en disposición provocateur con ganas de que la fiesta no discurra en paz. Visto que los himnos no suscitan la hermandad entre las aficiones, manía de mezclar lo deportivo con lo periférico, y eso tratándose como se trata de un deporte tan noble, se procede a prescindir de los detalles accesorios al evento. ¿Pues no pasamos el arco del triunfo del aeropuerto descalzos, despojados de cinturón, joyerío, el laptop -quítese también la chaqueta-, la gorra? En el caso de las féminas, todas sabemos qué efecto tiene en el detector de metales el arito de sujeción del propio sujetador: aparición inmediata de una congénere con derecho a cacheo, práctica a la que proceden con un indisimulado pasarte las manos sin pedir permiso, poniendo cara de grosso modo, pero incidiendo que es gerundio en partes que en otros tiempos se calificaban de pudendas.

¿Qué ocurre en los campos de fútbol, al abrigo de banderas -y derivados- de por sí políticas, bien diferentes a otro tipo de enseñas que, ésas sí, no fomentan el odio, el rencor, la vileza y el no escuchar con un respeto y como dios manda la banda sonora ajena? Se siente. Serán capaces de tremenda pitada, pero la estelada no me la ondean. Semejante exaltación en la capital donde está paralizada la retirada de los vestigios franquistas, por obnubilación ante la falta de experiencia y perspectiva en la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, norma de 2007, hola qué tal.

El que quiera protestar, ponerse violento, hacerse el filoterrorista, a la calle, a manifestarse, hombre. En la Delegación del Gobierno español reciben la correspondiente comunicación con diez días naturales de anticipación como mínimo. En la calle la posición política, que es a lo que van, pedazo de separatistas, tiene otro pasar inadvertida. Asumido como tenemos el fin de la conflictividad social, qué pocas y qué ralas ya las movilizaciones, teniendo como tenemos ya todo de canalizado.

Siempre mirándonos en el espejo europeo, per’o? si hasta en Suecia tienen listas de banderas prohibidas, en versión preliminar y no exhaustiva, ¡y hasta incluyen enseñas constitucionales! Este tipo de hechos aislados, que siempre le tocan a otro, no merman ni empañan la catadura democrática de un país ni de quienes van al encuentro en cuestión, a pasárselo aún mejor a partir del minuto 90.