En la mezcla va la sustancia. Hasier Arraiz admite y la Justicia española le condena. Fuera del foco quedan los que desde las esquinas, desenfocados, creen que todo lo que no suscriban ellos es una traición. ¡Vete a saber la razón que le llevó a Dignidad y Justicia a no aceptar con el dirigente de Sortu lo que aceptaron hace unos días y han vuelto a aceptar ayer mismo con los juzgados por el caso Ekin! Hace tiempo que el mundo de las asociaciones de víctimas es algo indescifrable incluso para muchas víctimas. Para todas, me refiero a las víctimas y no a sus parásitos, vaya mi cariño.

Parece claro que es mejor que alguien no entre en la cárcel a que vaya a prisión. Siempre y cuando, claro, que el condenado no vaya a delinquir nuevamente. De este principio excluyo a los justicieros sin causa, aquellos que están dispuestos a que se pudran todos menos él, y a las víctimas que se sientan directamente afectadas por la decisión judicial. De hecho están excluidas, y no por casualidad, de formar parte de un jurado que vea la causa en la son parte interesada.

Lo que se está dirimiendo estos días con esos acuerdos entre Fiscalía, acusaciones y procesados es, sencillamente, una justicia que responde a los tiempos sociales en los que se dicta. La ley así lo prevé. No solo no es ilegal, no se fuerza lo escrito, sino que precisamente se atiende a lo que dicta el Código Penal.

No tengo ni idea de lo que pasa en Dignidad y Justicia o la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) para decir hoy que le parece bien lo que ayer era tabú. Solo intuyo que una pelea ajena a lo que se juzga está en el origen de este despiste. Bueno, eso y las subvenciones, porque del interés de las víctimas nada se ha explicado para cambiar de criterio. No son los únicos que se oponen a este acuerdo que para la mayoría de la sociedad circula entre la indiferencia y el paso a la normalidad. Al extremo de quien estaba en el banquillo se escucha la voz de la disidencia, la que habla de traición. Si fueran las dudas de quien lleva veinte años en la cárcel y se pregunta por qué no antes y sí ahora, me resultaría más sencillo de entender que comprobar que asistimos a lo de casi siempre: quédate en la trena que tengo cena.