Hace unos días coincidiendo con el 160 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud, un amigo colocó en su perfil una inquietante foto del padre del psicoanálisis rodeado de dos hombres uniformados y armados. A simple vista, uno diría que el doctor era escoltado tras ser detenido. Pero como bien me recordó mi amigo, casi nada es lo que parece: “Son sus hermanos”.
Me he acordado de este episodio tras ver el vídeo que Pablo Iglesias y Alberto Garzón han protagonizado y divulgado por las redes sociales; caminan por la Puerta del Sol, cada uno con su discurso, van hacia el encuentro en el que se funden con un abrazo mientras les aplauden y concluyen diciendo Iglesias “unidos” y respondiendo Garzón “sí se puede”. Muy bonito, pero casi nada es lo que parece porque parece poco creíble que quienes era irreconciliables hace unos meses sean ahora colegas que se van de birras.
Lo más novedoso de este acuerdo y, sobre todo, de la posterior puesta en escena es que han pasado sin solución de continuidad de echarse los trastos a la cabeza a tirarse los tejos y ser capaces en unos pocos días de oficiar la boda política más sonada de los últimos tiempos. Lo de “pitufo gruñón” o “chantajista”, amén de “izquierdista tristón”, “cenizo”, “aburrido”, “amargado” ha pasado a la historia. Se lo dedicó Iglesias a Garzón que ha demostrado, admitámoslo, una enorme capacidad de encaje. Si este acuerdo sirve para que Iglesias coja otro tono y trate con más respeto a sus adversarios políticos, aunque sólo fuera por eso, habrá merecido la pena.
Pero no olvidemos lo esencial, el efecto que puede tener esa alianza en las urnas. Las coaliciones siempre se hacen con la esperanza puesta por quienes las suscriben de que la coalición tendrá no ya un efecto no sumatorio, sino multiplicador. En la Ejecutiva de Podemos, plagada de expertos en Ciencias Políticas, ya saben que la suma de dos más dos, en política casi nunca es cuatro. Puede ser tres o puede ser cinco, pero nunca cuatro.
Parece muy coherente que quienes han bebido de las mismas fuentes ideológicas y creen en caminos similares para alcanzar sus metas políticas compartan también espacio electoral bajo una coalición primero y bajo las mismas siglas más tarde. Los primeros cálculos que manejan los protagonistas del acuerdo es que a IU no se le escaparán apenas votos pese a la resistencia interna que lidera Llamazares y que a Podemos la operación le resultaba esencial para aspirar al “sorpasso”. Eso sí, pese a que públicamente Iglesias repita que el “sorpasso” es al PP y no al PSOE la corte de sociólogos que le asesora pronostica una posible victoria en votos frente al PSOE pero no en escaños.