Economía, economía y economía. Iñigo Urkullu ha esbozado ya los ejes de trabajo con los que pretende encarar la próxima legislatura si repite como lehendakari tras las próximas elecciones de octubre. Entre sus retos y objetivos para los próximos cuatro años destacan las actuaciones relacionadas con el empleo, la competitividad de las empresas, promover un país moderno y sustentado en la industria, y asuntos vinculados con la calidad de vida y las políticas sociales, puntos que acaparan la mayor parte de su hoja de ruta.

Aunque tampoco olvida la paz y la aprobación de un nuevo estatus de autogobierno, ámbitos que considera fundamentales y estratégicos y que merecen también menciones específicas en su plan de acción, el lehendakari se fija como reto primordial la gestión del día a día y la superación definitiva de la crisis económica. Unos ejes que permiten anticipar una campaña marcada por el mensaje de la experiencia en la gestión y la estabilidad, frente a la pugna de izquierdas que se perfila ya entre Podemos, EH Bildu y PSE. En unas elecciones marcadas por la irrupción del partido morado y la posibilidad de que se articule una pinza de izquierdas que desbanque al PNV, Urkullu mostrará las credenciales de su gobierno en materia de gestión y una legislatura sin grandes sobresaltos ni sensación de inestabilidad. La primera prueba que deberá pasar el lehendakari será ganar las elecciones más disputadas de los últimos años y pactar en un Parlamento muy fragmentado para volver a gobernar. El planteamiento pasa, además, por gobernar con una fórmula más estable que la actual, ya sea con un ejecutivo de coalición o un pacto de legislatura.

Fuentes de Lehendakari-tza consultadas por DNA dividen la hoja de ruta de Urkullu para los próximos cuatro años en tres ámbitos: cinco retos, tres compromisos y cuatro objetivos. En cuanto a los retos, Urkullu pone el foco en la competitividad económica, la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático, la demografía y la cohesión social, la seguridad y la paz, y la legitimidad democrática. Con ese último punto, el lehendakari se refiere a su aspiración de que todos los acuerdos que se alcancen en torno al nuevo estatus de autogobierno sean refrendados por los ciudadanos. Las fuentes consultadas matizan que Urkullu solamente pide a los partidos que lleguen a un acuerdo, pero no especifica sobre qué contenidos.

En ese bloque, citan cuestiones de calado social como el cambio climático y el desafío demográfico, un punto que abarca tanto el envejecimiento de la población como los flujos migratorios. En la paz, el Gobierno Vasco seguirá impulsando iniciativas para reconocer a las víctimas y propiciar un cierre ordenado de la violencia.

A nivel político y en términos más generales, quizás con la mirada puesta en la creciente desafección de los ciudadanos hacia los partidos y tras la ceremonia de la confusión de las fallidas negociaciones de investidura en España, Urkullu se fija el reto de “generar confianza”. Se propone profundizar en la transparencia y nueva gobernanza.

En el capítulo de los compromisos, las fuentes consultadas colocan en primer lugar la promoción del talento y el trabajo profesional, “mejorar la educación, investigación, capacidad de innovación tecnológica y las infraestructuras avanzadas”. En segundo lugar, quiere “mantener la transformación de nuestras empresas para que sigan siendo motor de creación de riqueza”. En tercer lugar, apunta a la apertura de Euskadi hacia el mundo. “Debemos entender los grandes procesos de cambio global que afrontamos. Entender el papel de Euskadi desde nuestra posición en el Estado y Europa. Cuando analizamos con perspectiva los resultados de prosperidad alcanzados, vemos que han sido consecuencia de plantear un proyecto de país viable en el contexto de una coyuntura en constante transformación”, apuntará el lehendakari.

Urkullu se ha fijado además un puñado de objetivos cuantificables con cifras concretas. Cree que, durante los próximos cuatro años, Euskadi estará en condiciones de reducir la tasa de desempleo por debajo del 10%, elevar hasta el 25% el PIB industrial, superar el 125% de riqueza per cápita en relación a la media europea, y acordar un nuevo estatus de autogobierno que sea ratificado por la sociedad vasca y respetado por las instituciones españolas.

pacto Las encuestas coinciden en que el PNV volvería a ganar las elecciones, aunque el Parlamento quedaría muy repartido y la gobernabilidad se antoja muy complicada. Urkullu ha gobernado todo este tiempo en minoría, con 27 escaños sobre un total de 75, pero con un acuerdo con los socialistas que le ha garantizado la aprobación de los tres últimos Presupuestos. En la próxima legislatura, los jeltzales se proponen forjar un acuerdo con mayor intimidad que un pacto que solo vincula a los socios en algunas cuestiones. En principio, la solución más natural pasaría por reeditar el pacto con los socialistas, pero las encuestas no prevén que la suma logre la mayoría absoluta. Todo está muy abierto. Podemos, por su parte, quiere desalojar al PNV.

Los jeltzales harán campaña poniendo en valor que, frente a los experimentos y quienes quieren asaltar el cielo, su gobierno ha podido gestionar el día a día sin grandes sobresaltos. El Ejecutivo defiende que ha activado los planes de empleo e industria comprometidos. Un reto que queda para la próxima legislatura es la aprobación del nuevo estatus de autogobierno, ya que los partidos no alumbrarán un acuerdo en lo poco que queda hasta los comicios. Urkullu ha propuesto actualizar el pase foral para que, cuando una norma española vulnere el autoGobierno Vasco, se congele su aplicación mientras se alcance una solución negociada. El PNV también se ha propuesto negociar con el próximo gobierno español el traspaso del sistema de pensiones a suelo vasco. El actual lehendakari ha avisado de que es una cuestión “irrenunciable”. Se abordará en el próximo mandato.