Bilbao - Bajo los acordes de la canción Purple Rain de Prince, móviles captando el momento y algunos de los centenares de simpatizantes abalanzándose para abrazarlo, Pablo Iglesias se hizo esperar. Verlo ayer en el BEC de Barakaldo era una novedad, pero su primera visita a la CAV se saldó con los pronunciamientos habituales sobre la situación vasca y estatal. El secretario general de Podemos pidió “disculpas” por no haber arribado antes, pero aterrizó para sacar músculo actualizando los mensajes lanzados insistentemente por la dirección de la filial vasca. Ligando la construcción de la patria a los derechos sociales y apostando por el derecho a decidir sin circunscribirlo exclusivamente al debate territorial, la esperada cita supuso un llamamiento a cerrar filas para seguir “impulsando el cambio” a través de las dos pugnas electorales que se avecinan en España y Euskadi.

“Decían que era imposible” pero Podemos ha hecho virar al Estado a la senda del “cambio” desde que arrancara la última -y efímera- legislatura, apuntó. Es más, Iglesias sacó pecho al recordar que fueron la primera fuerza el 20-D en la CAV “con un 27% de votos”. Tomada la “pócima mágica” que aporta el “apoyo de las bases”, y que hará que la formación morada esté “en disposición de ganarle al PP” el 26-J, el líder refrendó su apuesta por una “plurinacionalidad” que mantienen “en los mismos términos” sea el territorio que sea. “Lo que no han entendido las élites inmovilistas es que a veces las cosas funcionan mejor escuchando a la gente, y eso se fundamenta en el derecho a decidir”, espetó. No fue hasta el turno de preguntas cuando profundizó en esa oferta, aunque sin aportar novedades de relumbrón. “Euskadi es una nación”, afirmó rotundo, si bien el futuro que le aguarde “es una cuestión que tendrán que decidir los vascos y las vascas”. Sin embargo Iglesias ahuyentó fantasmas independentistas al abrazar la idea de que la apuesta pasa por “construir un proyecto colectivo” en el Estado.

Iglesias certificó la apuesta por celebrar el Aberri Eguna. “Dijimos que la patria es de la gente” desde una formación que está orgullosa “de los diferentes sentimientos nacionales” pero los liga, en todo caso, a la defensa de los servicios públicos que es uno de los principales legados a preservar a futuro. En el Estado, pero también en una Euskadi que está preparando su pista de salida para las elecciones autonómicas. Y Podemos saldrá “a ganar” con una dirección que encara el “desafío histórico” impulsado por la ola cogida en las pasadas generales que confía en mantener inalterable hasta otoño. Aunque el líder del partido morado fue más cauto en cuanto al escenario de acuerdos postelectorales que se podrían abrir. Lo que sí tiene claro es que “habrá que dialogar con mucha gente”, si bien prefirió pasar de puntillas sobre con qué formaciones podrían darse los pactos.

La formación morada -ya sea en boca de sus líderes vascos como estatales- sigue asiendo la bandera de las política sociales como estrategia para arañar votos al resto de los partidos. En la cita de ayer, que tuvo tintes clásicos de un mitin electoral, abundó en que “no se construye patria sin derechos sociales”. Y pese a reconocer que el panorama es “mejor” en la CAV que en otros territorios del Estado “sigue habiendo muchos problemas” que corregir. Entre ellos destacó que “10.000 jóvenes han tenido que marcharse” de Euskadi, siendo un activo que la formación desea recuperar. “No dicen la verdad los que dicen que aquí no hay problemas de precariedad laboral”, resumió. El antídoto a esa situación será poner las instituciones “al servicio de la gente”. Ese es el “compromiso” de la fuerza política, que también aspirará a remar en favor de otros ámbitos capitales como “la convivencia y el dialogo”.

Zanjada la cuestión vasca por la vía rápida, Iglesias -que estuvo acompañado por el secretario de Organización, Pablo Echenique- repasó temas estatales. El diálogo con los círculos se centró en la campaña que se avecina y el “gobierno de coalición progresista” que esperan abrir sobrepasando a un PSOE que “debe aclararse entre gobernar con nosotros o hacerlo con el PP. No hay más que esas dos opciones”. “Mano tendida a los socialistas y a todas las fuerzas progresistas”, estimó, ya que “con el PP no iremos ni a la vuelta de la esquina. Y con el PP naranja -en referencia a Ciudadanos-, pues más de lo mismo”.