Tres meses han pasado desde que Carles Puigdemont fuera investido como president de Catalunya para que el presidente en funciones del Gobierno español, Mariano Rajoy, le abra las puertas de La Moncloa. Semanas de dimes y diretes, con muchos mensajes cruzados en público pero pocas palabras en privado, darán fin el miércoles próximo a las 17.30 horas. La reunión servirá para que el líder del Govern catalán le exponga la estrategia trazada por las fuerzas independentistas para activar la desconexión con el Estado. La reunión llega también después de que Rajoy rechazara citarse con su antecesor, Artur Mas, desde que apostó por la ruptura independentista con el argumento de que solo quería hablarle de la consulta.
“Escucharé a Puigdemont, como a todos los presidentes de comunidades autónomas, sin orden del día fijado y, como siempre, abierto a escuchar”. Ese fue el mensaje lanzado en una red social que sirvió a Rajoy para oficializar la reunión con Puigdemont. El president ha mantenido una agenda propia. Los líderes del PSOE, Podemos y Ciudadanos -Albert Rivera lo hizo ayer- han desfilado por el Palau de la Generalitat para abrir una interlocución directa con el president, algo a lo que Rajoy se mostraba reticente. Sin contactos desde enero, entre ambos solo existió un frío saludo y una breve conversación el pasado 22 de marzo al coincidir en un acto.
Las apelaciones al diálogo, por el contrario, no solo han partido desde la Generalitat hacia la Moncloa, sino que también han existido, aunque en menor medida, en dirección inversa. No obstante no fue hasta hace escasos días cuando el director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno español, Jorge Moragas, recibió un correo electrónico del Govern proponiendo la reunión. Antes del anuncio, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, explicó ayer que el Ejecutivo del PP y el de Junts Pel Sí estaban “tratando de cuadrar las agendas”. Poco se sabe, aun así, del contenido de la cita -que será previamente negociado por ambas partes-, si bien saldrán a relucir algunas de las polémicas que han mantenido en fechas recientes. Además de la consabida hoja de ruta soberanista, también podrían analizar otras reivindicaciones catalanas como el reparto de los límites de déficit para evitar más recortes, el conflicto por la suspensión de las medidas ante la pobreza energética o el modelo de financiación. Otro bloque será la petición de cumplimiento del Estatut, junto a las sentencias sobre conflictos de competencias.
Puigdemont recibió ayer al líder de C’s, Albert Rivera, en una cita que duró hora y media y en la que el president rehusó participar en la reforma constitucional porque es “un tren que ni siquiera está en la vía”. “Cordial” pese a constatar múltiples “puntos de desencuentro” como el “irrenunciable” proceso soberanista por el “mandato claro y explícito” de las urnas del 27-S, tal y como aclaró la portavoz de la Generalitat, Neus Munté, el máximo mandatario de C’s también recibió una negativa a su petición de que Catalunya lidere la revisión de la financiación autonómica. - DNA