las diferentes oleadas del Sociómetro recogen un creciente descenso del apoyo a la independencia de Euskadi en la sociedad vasca. En dos años, han pasado de ser un 30% a un 19% los que eligen esa opción frente al 38% que se declara contrario a la independencia y un 30% que se apuntan al “depende”. Esta tercera vía resulta muy sugerente, tanto por el volumen de la población que prefiere huir de posiciones fijas como por lo abierto de ese “depende”.

La primera constatación es que no era cierto lo que se había considerado dogma: la violencia de ETA espantaba a la ciudadanía del apoyo al independentismo. Pues no; ETA dejó de cometer sus crímenes y el descenso del independentismo es muy notable desde entonces. La segunda es que los partidos abertzales tienen delante de sí el enorme reto de hacer atractiva la idea de la independencia y que contrastarla con su antónimo, la dependencia, no responde con exactitud a los parámetros políticos actuales. En realidad es en la interdependencia donde nos movemos y ahí existen grados que no necesariamente son independencia sí o no.

Recuerdo que a la vuelta de Escocia tras el referéndum de independencia traía apuntadas varias lecciones que cada vez son más actuales en nuestra Euskadi. Allí no estaba la leyenda de Braveheart defendiendo la causa escocesa frente a la británica, nada de historicismo ni de leyendas; lo que defendían los partidarios del tenía mucho más que ver con el bienestar social, con la administración de los recursos naturales, con el acceso directo a las oportunidades de negocio que brinda la Unión Europea, etc.

Es decir, parece que ahí el “depende” que hoy apoya un 30% de la sociedad vasca estaba muy presente y atendía a coyunturas económicas y sociales. De hecho, la oferta que el unionismo realizó a última hora y que a día de hoy sigue incumplida, tenía que ver con una nueva forma de interdependencia. Parece que esos anuncios no llevados a cabo fueron determinantes para que triunfara el no a la independencia.

La novedad de este Aberri Eguna es que una fuerza que se declara no nacionalista se suma a la celebración. Veremos la consistencia de ese discurso que se distancia del nacionalismo tradicional y del constitucionalismo de PSE y PP, pero parece que esa decisión de sumarse al Día de la Patria algo tiene que ver con el intento de captar (más bien habría que decir “retener” tras su victoria electoral de diciembre) a ese creciente número de vascos que miden su adhesión al proyecto independentista en función de lo que dicta la cabeza y no el corazón.