BARCELONA. Puigdemont y Sánchez se han reunido por espacio de una hora y quince minutos en el despacho del president en el Palau de la Generalitat, en el que ha sido el primer encuentro entre ambos dirigentes.
Tras la comparecencia del secretario general del PSOE ante los medios para explicar los contenidos de la reunión, ha sido el turno de la consellera de la Presidencia, Neus Munté, que ha indicado que el presidente catalán ha "agradecido el gesto" de Sánchez de solicitar este encuentro para inaugurar un "marco de diálogo para normalizar las relaciones" entre el Govern y el Estado.
Esta es, según ha puesto de relieve Munté, "una primera diferencia" entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez: "Hay voluntad de hablar y de establecer sinergias de diálogo, que son positivas y que hemos echado en falta en los últimos años".
En el transcurso de la reunión, Puigdemont ha trasladado a Sánchez el "malestar" de su Govern por unas declaraciones del líder socialista en las que alertaba de posibles problemas de "convivencia" en Catalunya fruto del proceso soberanista.
Fuentes de la Generalitat han explicado a Efe que en este punto Puigdemont se ha mostrado especialmente dolido y, por la respuesta obtenida, el president ha constatado que Sánchez entiende que fue demasiado lejos en esa valoración y que no volverá a emplear esos términos, según han señalado las fuentes citadas.
Puigdemont le ha hecho saber que, en base a los datos demoscópicos del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat (CEO), cerca de un 80 % de los catalanes son partidarios de decidir en un referéndum el futuro político de Cataluña y hasta un 87,6 % "aceptaría el resultado" de esta consulta: "No hay ni se le espera ninguna crisis ni ruptura de la convivencia", ha recalcado Munté.
Otra de las cuestiones que ha planteado Puigdemont es que para el Govern es prioritario que "el modelo de inmersión lingüística quede blindado" pese al acuerdo de legislatura alcanzado entre el PSOE y Ciudadanos: "Para el Govern es una cuestión central. No aceptaremos ningún matiz", ha recalcado la portavoz del gobierno catalán.
Según ha indicado Munté, el líder del PSOE ha negado que su acuerdo con Ciudadanos ponga en riesgo el modelo de inmersión.
Munté ha puesto en valor que Sánchez se haya "interesado por la situación de las finanzas de la Generalitat": el president le ha explicado los "problemas de liquidez" por los que atraviesa y las condiciones "humillantes" que impone el Gobierno central para recibir recursos del Fondo de Liquidez Autonómica.
También ha trasladado a Sánchez su enojo con el Ejecutivo de Mariano Rajoy por la constante "invasión competencial" y por los "compromisos pendientes en infraestructuras" y en materia social.
En la reunión no han abordado "de forma explícita", según Munté, las 23 reivindicaciones que Artur Mas planteó a Rajoy el 30 de julio de 2014, un listado de reclamaciones que a juicio del Govern no deberían ser objeto de negociación porque se derivan de "sentencias, leyes o compromisos adquiridos por el Estado".
Puigdemont también ha pedido a Sánchez que el PSOE se posicione en contra del "juicio político" abierto contra miembros del anterior Govern por la consulta del 9N.
Sobre la propuesta de reforma constitucional que le ha planteado Sánchez, Puigdemont considera que es "claramente insuficiente" y no puede contar con su colaboración: "No somos favorables, no nos van a encontrar en esta modificación constitucional", ha zanjado Munté.
La consellera de la Presidencia ha dejado claro que el Govern sigue "comprometido" con la "hoja de ruta soberanista" que las elecciones catalanas del 27 de septiembre "legitimaron", si bien mantiene su apuesta por celebrar un referéndum si el Estado lo autoriza, porque "podría suponer un marco de entendimiento".
"Estamos trabajando con el objetivo de construir un Estado dentro de la Unión Europea", ha insistido Munté, que sin embargo no cierra la puerta a mantener un "diálogo sin líneas rojas" con el Estado.
De hecho, ha asegurado que Puigdemont está "abierto a hablar con todos los que se lo pidan", en un dardo implícito a Rajoy, de quien se quejó en enero porque no había recibido ni una llamada de cortesía para felicitarlo por su investidura como president.