madrid - Salvo que se produzca un viraje extraordinario que nadie espera en las posiciones negociadoras del socialismo, se puede decir que se han esfumado las opciones de acuerdo entre PNV y PSOE para la investidura del próximo presidente español. El pacto que ha suscrito Pedro Sánchez con Ciudadanos se ha presentado como un documento cerrado que no admite retoques en lo sustancial, y buena prueba de ello es la decisión del socialismo de llevarse a su socio a las reuniones con el resto de grupos. No se trata solo de que los jeltzales no ven margen para introducir sus propuestas en ese pacto tan encorsetado sino que, además, el texto incluye puntos que contradicen abiertamente el ideario del PNV y cuya firma supondría un suicidio electoral en puertas de las autonómicas de otoño. El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, concretó ayer en Radio Euskadi que no pueden sentarse a negociar sobre un acuerdo que implica que renuncien al derecho a decidir. Piden retirar ese veto y, más aún, negociar sobre un folio en blanco.

El acuerdo apuesta literalmente por “oponerse a todo intento de convocar un referéndum con el objetivo de impulsar la autodeterminación de cualquier territorio de España”. Lo que en un primer momento se había concebido como una alusión contra el proceso independentista catalán, y contra la apuesta de Podemos por convocar una consulta, se convirtió finalmente en un freno a cualquier plebiscito en cualquier territorio. El PNV ya se hubiera sentido muy incómodo con un documento que frenara solamente el derecho a decidir catalán, pero la extensión de la prohibición a todos los territorios le parece del todo inasumible. El Parlamento Vasco está debatiendo un nuevo estatus de autogobierno para Euskadi, y los jeltzales proponen dos consultas: la tradicional votación al final del proceso, es decir, un referéndum de ratificación como el que cierra las reformas estatutarias al uso; y una primera consulta habilitante, una figura novedosa, que tendría lugar antes de ir al Congreso para exhibir el respaldo social del nuevo estatus y forzar al Estado a negociar. Es más, en términos generales, el PNV cree que la consulta es la vía para solucionar los problemas territoriales.

Ortuzar explicó que no se niegan a negociar con PSOE y C’s por el mero hecho de que piensan acudir juntos a las reuniones, sino porque pretenden dialogar sobre un texto “cerrado”. Dijo que muchos puntos no gustan nada al PNV y, cuando se le pidió un ejemplo, mencionó el veto a la consulta. “Si para sentarte en una mesa que no te gusta y en la que no te han dejado participar, encima tienes que sentarte haciendo una renuncia a algo tan básico de tu ideología...”, se lamentó. Ortuzar vio claro que ninguno de los dos socios va a querer eliminar esa alusión. “No les ponemos líneas rojas, pero les decimos: por ese camino, id vosotros dos solos, con nosotros no contéis”, lanzó. Solo vio como salida que reinicien las conversaciones con un folio en blanco.

Ciudadanos ya avisó de que los compromisos pactados eran inamovibles, sobre todo, los relacionados con la unidad de España, porque el acuerdo estaba pensado para atraerse al constitucionalismo y, más en concreto, al PP. Recordó al PSOE de que no podría cambiar una coma y que, en todo caso, debían acordarlo ambas partes. Con ese enfoque, parece imposible que se elimine la alusión a las consultas. Sin embargo, si se suprimiera, Sánchez no solo tendría mayor margen para dialogar con el PNV, sino también con Podemos. No obstante, le llevaría irremediablemente a romper con C’s y a explorar una vía de izquierdas apoyada por los nacionalistas catalanes, un terreno que no quiere explorar. Además, en ese caso se toparía con una nueva rebelión en su partido. Cabe recordar que los barones socialistas le pusieron una única condición para explorar acuerdos: que no negociara con la unidad de España ni el referéndum. Son demasiados obstáculos, y el PNV parece tenerlo presente cuando reconoce que no aceptarán su petición.

De momento, no ha recibido la llamada del socialismo para reunirse. Solo ha recibido, al igual que el resto de partidos, una carta sin ninguna alusión a las cuestiones vascas, el cumplimiento del Estatuto o la negociación del Cupo. Todas las cartas están cortadas por el mismo patrón, con independencia del partido al que hayan sido dirigidas. La única buena noticia para el PNV en todo este tiempo es que el acuerdo no contempla reivindicaciones de C’s como suprimir las diputaciones forales vascas y el Concierto o subir el Cupo, aunque no es ninguna hazaña a juicio de los jeltzales, porque esos planteamientos eran tan exorbitados que se daba por descontado que no iban a aparecer.