MADRID - El PNV no encontró ayer ningún enganche en el discurso de Pedro Sánchez que le permita siquiera abstenerse en la investidura del candidato socialista a la presidencia española. En un extenso discurso de una hora y cuarenta minutos donde la mayor preocupación de Sánchez fue poner contra las cuerdas a Podemos con propuestas sociales para arañar su abstención, Euskadi no mereció ni una sola mención. Tampoco apeló al PNV para que facilite su investidura, aunque es uno de los eslabones en la compleja cadena de apoyos que necesita ensamblar para convertirse en presidente. Por ello, los seis diputados jeltzales votarán en contra, aunque en principio esa decisión se ciñe a la sesión de hoy y dejan la puerta abierta a reconsiderar su postura en la segunda votación del viernes si el socialista lanza una oferta de última hora. En cualquier caso, los jeltzales son escépticos y se preguntan si el acuerdo con Ciudadanos, una fuerza marcadamente centralista que rechaza cualquier gesto hacia los nacionalismos, está atando de pies y manos al candidato socialista y vaciando de componentes territoriales su oferta presidencial. En ese marco, el margen de maniobra sería prácticamente inexistente. Esperan que, a partir de esta semana y en los dos meses de plazo antes de convocar elecciones si no hay acuerdo, el socialismo negocie sin orillar ninguna cuestión.

Los jeltzales habían puesto sobre la mesa su agenda vasca, que contempla asuntos relacionados con el respeto al autogobierno, las transferencias pendientes recogidas en el Estatuto de Gernika, la negociación del Cupo que paga Euskadi a España o las inversiones en infraestructuras clave. Mantenían abiertas todas las opciones de voto: a favor, en contra y abstención. El socialista no mencionó las transferencias pendientes, ni aclaró qué cálculo pretende aplicar al Cupo, una cuestión que no hubiera sido impertinente teniendo en cuenta que algunas voces socialistas han pedido que Euskadi pague más, al igual que Ciudadanos, de momento el único socio de Sánchez. A todo ello habría que sumar algún anuncio potencialmente problemático, como su apuesta por someter a una prueba de eficiencia a todas las administraciones públicas para suprimir lo que sobre, una medida que vuelve a abrir la caja de pandora de las duplicidades y que recuerda al plan que presentó Rajoy en la pasada legislatura, donde la mayor parte de la grasa del sistema parecía centrarse en las autonomías y solo ellas debían adelgazar sus instituciones. El socialista deslizó alguna mención a España como “nuestra patria y causa común” y a la igualdad y solidaridad entre territorios que parecían tener el sello de Ciudadanos y del ala más centralista del PSOE encarnada por las federaciones andaluza y extremeña.

A pesar de que el socialismo le había hecho llegar un documento que no invitaba al optimismo, el PNV se ha resistido todo este tiempo a romper las negociaciones y a desvelar siquiera esas dificultades. Ese documento llegó el jueves por la noche, pero resultó ser tan decepcionante para los jeltzales que propusieron fingir que no existía para no poner más zancadillas a Sánchez, que no paraba de recibir negativas de la izquierda. El socialismo lo aceptó y se comprometió a redactar desde cero una nueva oferta que nunca llegó. Fue en ese contexto cuando la líder del PSE, Idoia Mendia, reveló la existencia del texto, ante la contrariedad del PNV y del presidente de la ejecutiva guipuzcoana Joseba Egibar, que había negado su existencia porque conocía el acuerdo de las comisiones negociadoras.

crítica En una nota de prensa, el PNV lamentó que los socialistas no hayan realizado con ellos “el mismo esfuerzo” que con otros partidos. “El inicial buen talante negociador que reconocemos y apreciamos no se ha visto corroborado en la fase decisiva. Probablemente, acuerdos previos alcanzados con otras fuerzas han impedido abordar una negociación más libre con nosotros”, deducen. Dando por hecho que Sánchez fracasará en sus dos votaciones de esta semana, emplazan a hablar sin líneas rojas a partir del sábado. El PSOE aspiraba a contar con los votos del PNV, Ciudadanos, Compromís, IU y Coalición Canaria, y la abstención de Podemos.