De los resultados del Sociómetro que hemos conocido, la primera lectura es que cambiaría mucho la composición del Parlamento Vasco, pero no tanto el panorama político que ya está viviendo nuevas corrientes de fondo desde hace meses. Más en concreto desde que en mayo del años pasado irrumpiera Podemos en Ayuntamientos y Juntas Generales. Tras su espectacular avance, y victoria en número de votos en la CAV el 20-D, este sondeo refleja una situación casi intermedia entre lo que fue el voto en las municipales y el que obtuvo en las generales.
¿Con qué resultados anteriores comparar por lo tanto este sondeo? ¿Con un Parlamento de hace cuatro años sin que existiera el fenómeno Podemos? ¿Con las más recientes generales en los que hubo un vuelco? ¿Con las municipales y forales en las que ya se advirtieron los cambios que se avecinaban? Pues se me antoja complicado tomar cualquiera de estas referencias. La primera por vieja, la segunda porque aún no estaba consolidado lo que vimos en las generales, y tampoco valen las del 20-D porque la estadística sí avala la afirmación de que la ciudadanía vasca se comporta distinto cuando se acerca a las urnas para elegir instituciones vascas o españolas.
Ahora, para terminar de complicar la interpretación de los datos, añadan algunas incógnitas que no están despejadas: si habrá o no acuerdo en Madrid y entre quiénes, la influencia de esos acuerdos según su contenido entre los votantes vascos, la excarcelación de Arnaldo Otegi y su liderazgo en EH Bildu,el nombre de quien encabece la lista de Podemos (aquí no será Pablo Iglesias), y si el PSE y el PP han tocado fondo en su larga y peculiar crisis vasca o los movimientos en Madrid en las próximas semanas les resucitarán. Al uno o al otro. A los dos a la vez va a ser que no.
En medio de un escenario tan cambiante, el que menos alteraciones sufre es precisamente la formación que soporta el Gobierno Vasco. El PNV no es ajeno a la entrada de una nueva fuerza política con 18 escaños, pero es el que mejor aguanta (pierde tres y sale como claro vencedor) una situación que desgasta a todos los demás con mucha más intensidad. Eso significa que la tarea de Gobierno no le pasa factura, más bien al contrario; además su votante mantiene (también aparece en EH Bildu) un alto grado de fidelidad y a la hora de conformar Gobierno cuenta con la ventaja de los pactos múltiples que ha venido alcanzando, tanto con PSE como los más recientes con EH Bildu.
A partir de ahí, otra evidencia: Euskadi es un país de pactos. Por eso, asistir al espectáculo que ofrecen los partidos en España puede pasar factura en una sociedad que premia el encuentro y el pragmatismo frente a los ultimátum y las líneas rojas.