barcelona - Lejos de quedarse inactivo tras tener que dejar su puesto en la atalaya del Govern y así salvar el proceso independentista, Artur Mas tiene una nueva tarea. El presidente de CDC anunció ayer que desarrollará una plataforma de independientes para que las extintas siglas sigan con vida a través del nuevo proyecto político que vertebrará el “centro político” catalán. Trata así de refundar un partido al que las pulsiones soberanistas han golpeado durante los últimos tiempos. A la fuga de votos se la unió la ruptura de la alianza con UDC en CiU, si bien el expresident echó la vista atrás para reclamar trabajar por un futuro con “grandes mayorías” bajo el paraguas del espíritu de la Casa Gran del Catalanisme.
La idea no es nueva, sino que fue impulsada hace años. Aún así no obtuvo el respaldo esperado. Pero en el horizonte está la propuesta de ensanchar la base soberanistas por encima del 50%, abrigando de paso a los independentistas moderados a la renovada CDC. A ellos lanzó mensajes Mas en el Consell Nacional del partido en la localidad barcelonesa de Bellaterra. Desde ahí exhortó a que la sociedad catalana “pueda intervenir en el modelo del partido”, configurando una plataforma de ideas que servirían también para dar forma al futuro Estado catalán, especialmente en lo referente a la redacción de la Constitución. En ese escenario tendría un papel primordial la nueva formación, ahondó, siempre que crezca con nuevas voces en su seno ampliando su electorado. “Dentro de CDC, contad conmigo en lo que pueda ser de ayuda, pero yo al mismo tiempo articularé esta nueva plataforma con gente que no sea de CDC con aquel espíritu de la Casa Gran”, vaticinó.
Sabedor de que al partido que lidera no ha cosechado unos buenos resultados electorales durante las últimas elecciones, sin embargo Artur Mas insistió en que el espacio político por el que suspira es clave para llevar el proyecto independentista a buen puerto. Con la refundación de CDC instalada sobre el centralismo político, a los flancos se situarían otras formaciones que “no deben de marcar el futuro”. Se trata del “unionismo de derechas y de izquierdas -en alusión a PP, Ciudadanos y PSOE- ni la izquierda adoctrinadora -con Podemos a la cabeza, pero en referencia también a la CUP y a Catalunya sí que es Pot-”. Los partidos que no ven con buenos ojos que Catalunya se desgaje de España tan solo abogan por “una Cataluña residual sin poder, que trabaje, que pague impuestos, que no se queje, que haga folklore y no cultura, y que tenga un dialecto en vez de una lengua”. Por su parte, afirmó que “tampoco se puede dejar el poder a la izquierda populista. Su modelo de sociedad no convertiría a Catalunya en un país próspero ni justo”.
Arropado por los primeros espadas de CDC, incluso con el president Puigdemont a su vera, Mas expresó a las claras cuál es el camino. “No sé qué harán los demás pero sé lo que tenemos que hacer nosotros, y como es evidente que CDC no es hegemónica en Catalunya, tienen que participar otros actores políticos, sociales o culturales, para aglutinar mayorías amplias de centro”.
Quien tampoco parece olvidar la cuestión catalana es el presidente español en funciones, Mariano Rajoy. Ayer insistió en que taponará todas las vías mientras ejerza el cargo. Será “la garantía de que la ley, el Estado de Derecho y la Constitución se cumplen”. Así, no orilla la posibilidad de acudir al Tribunal Constitucional ante cualquier actuación fuera de los márgenes de la ley que realice el Govern o el Parlament.