La eventualidad de una nueva convocatoria electoral en primavera es más que una mera especulación a la vista del la tensión a la que someten Ciudadanos y Podemos al único candidato declarado. No es la única salida, sin duda, pues aún a estas alturas, tras dos rehuses ante el obstáculo, Mariano Rajoy no es un caballo eliminado. De hecho, sigue siendo el único que tiene el PP. Pero unas elecciones son motivo de ansiedad y expectativa en función de en qué entorno se planteen. Y el actual no es, aunque lo parezca, el del 20-D. Lo dicen, más o menos subliminalmente, las encuestas conocidas desde entonces. La menos fiable, porque se realizó pocos días después, la del CIS. Aunque incluso en ella se ve que los eslabones más débiles de esa cadena electoral son Ciudadanos y PSOE.

Hay que constatar que ningún sondeo ha recogido todavía el impacto del desmembramiento del PP en Valencia ni el desgaste interno de Sánchez en su pulso con los barones. No digamos ya la encomienda de esta semana al socialista para intentar la investidura y su primera ronda de contactos. Pero sí hay en el realizado hace unos días por My Word para la Cadena Ser al menos un par de indicios significativos que, curiosamente, luego no se traducen en una previsión resultado electoral muy distante del de diciembre pasado.

Preguntados los votantes de las cuatro fuerzas de ámbito estatal, sobre si hubieran votado lo mismo el 20-D a la luz de los resultados, un 5,8% de quienes votaron a Podemos lo consideran poco o nada probable; un 7,2% de los votantes del PP tampoco lo hubieran hecho de saber el resultado; un 14,5% de Ciudadanos hubieran elegido otra opción; y un 17,2% de votos socialistas se desmarcan ahora de su decisión.

Eso sitúa a PP y Podemos en un escenario de mayor estabilidad, aún teniendo en cuenta lo advertido sobre el efecto no medido de la corrupción del primero y la necesidad de rearmar el pacto de los segundos con sus confluencias en Galicia, Catalunya y Valencia tras la experiencia frustrada de dotarlas de grupo propio.

psoe y c’s, un voto más volátil Pero un segundo argumento puede llevar a estas dos fuerzas a mirar con buenos ojos una nueva convocatoria electoral, más allá de la voluntad de los primeros de reforzarse como líder del centro derecha y a los segundos de doblegar el liderazgo del PSOE en la izquierda. El mismo sondeo acredita que nueve de cada diez votantes de PP y Podemos (88,8% y 88,7%, respectivamente) repetiría voto en unas eventuales elecciones. Sin embargo, uno de cada cuatro votantes del PSOE y Ciudadanos están en el mercado, pues solo garantizan repetir voto el 75,8% de quienes eligieron a Sánchez y el 76% de quienes optaron por Rivera.

Todo ello, a pesar de que, en términos de identificación ideológica con sus votantes, es precisamente el PSOE el que mejores registros muestra y el PP el que menos. Pero al parecer esto no se traduce en la misma medida en fidelidad de voto y bascula en función de criterios de voto útil y actitud crítica. De momento, no parece casual que precisamente Podemos y PP tengan prisa por poner fecha al pleno de investidura para que empiecen a correr plazos. - I. González