madrid - El ambiente resultó más cordial que el de estas últimas semanas pero mantienen una posición monolítica. Pedro Sánchez rechazó la negociación “en exclusiva y excluyente” que le exige Pablo Iglesias para tratar de entablar un pacto de Gobierno y le avisó de que, en caso de alinearse con la negativa a permitir su investidura, será el líder morado quien “tendrá que explicar a los votantes de Podemos por qué vota con el PP” en contra de un Ejecutivo progresista. De esta forma, y ante un previsible adelanto electoral, el secretario general del PSOE busca situar a Iglesias en el bando de quienes habrían llevado a pasar de nuevo por las urnas, endosándole una culpa por la que los electores tendrían que pasarle factura, una lectura estratégica que necesita el líder socialista después de comprobar el sorpasso que vaticina el último sondeo del CIS.
Tras 75 minutos de encuentro, la distancia hacia el entendimiento sigue siendo enorme toda vez que Podemos considera irrenunciable que el PSOE aparque su intención de aliarse con Ciudadanos y a la vez con la formación de los círculos. “Hay cosas que nos separan a todos, pero hay una que nos une: que tenemos que poner fin al Gobierno de Rajoy y del PP”, ahondó Sánchez, reacio a escoger “entre uno y otro” y a la espera de que el presidente en funciones le descuelgue el teléfono. La réplica de Iglesias fue contundente: no solo le reclama que renuncie a un consenso con Albert Rivera, sino que Podemos se negará a continuar siquiera departiendo impresiones mientras los socialistas mantengan contactos con Ciudadanos. De hecho, en la tarde de ayer se produjo la primera reunión técnica de los equipos negociadores. “Si el PSOE sigue pensando que puede girar a la derecha al tiempo que plantea la otra opción, no estamos de acuerdo”, zanjó Iglesias, quien entiende un programa que incluyera a Ciudadanos tendría unos ejes políticos que serían “como los del PP” e “inspirados en la FAES”.
Del tono más duro empleado por Sánchez se desprende que no quiso edulcorar su percepción ante el requerimiento de negociar en solitario con Podemos, con las confluencias y con IU. “Yo voy en serio y me voy a presentar a la investidura“, aseguró, aunque no tenga comprometidos los votos necesarios. El líder del PSOE reprendió al dirigente morado que su exigencia “solo deja contento” a Rajoy. “La alternativa no es que yo deba elegir sino si sigue o no Rajoy. Para poder hay que querer, y en ocasiones parece que Iglesias no quiere”, lamentó sobre la actitud del líder de Podemos, mientras que el PSOE “va en serio”. “Si lo primero que hacemos es poner vetos, no habremos entendido el nuevo tiempo político”, destacó mientras daba prevalencia a su sueño de un Ejecutivo “progresista y reformista” sujeto a un lema comercial: “Impossible is nothing! Hay que perseverar”, apostilló Sánchez tendiendo la mano. Para vencer las reticencias sobre la sinceridad de la propuesta de Podemos, y eludir la sospecha del PSOE de que es una oferta trampa, Iglesias prometió que sería un vicepresidente “leal” a Sánchez y que le “defendería” desde ese puesto.
Pese al evidente choque de trenes, el líder de Podemos notó buenas sensaciones y suavizó su condición de referéndum, planteado ahora como una consulta doble a partir del artículo 92 de la Constitución -relativo a posibles referendos consultivos no vinculantes para asuntos de gran relevancia-: una para todos los españoles sobre si apoyan una reforma constitucional que abra la vía a soluciones soberanistas, y otra con la misma base legal sobre la relación que los catalanes quieren con el resto del Estado.