Cuarenta y cuatro días después de las elecciones, ayer la pelota echó a rodar. Pedro Sánchez apuntó a que necesitará entre tres semanas y un mes para llevar a cabo las negociaciones para intentar formar gobierno. El presidente del Congreso, Patxi López, prometió flexibilidad, así que teniendo en cuenta el bloqueo vivido hasta ahora cabe pensar que las conversaciones apurarán plazos y que, de lograrse fraguar un acuerdo que pudiera aupar a Pedro Sánchez, este no llegaría hasta finales de febrero principios de marzo.
Con los vetos mutuos de Ciudadanos y Podemos, el no del PSOE a Mariano Rajoy y el no del PP a apoyar o abstenerse ante cualquier opción que no pase por la investidura de Rajoy, las opciones de Sánchez de salida parecen complicadas. Rajoy y Pablo Iglesias coinciden en plantearle el terreno de juego al líder socialista: o un acuerdo a la portuguesa PSOE-Podemos-IU, que debería sumar a algún grupo más al menos de cara a las votaciones de investidura, o un acuerdo PP-PSOE-Ciudadanos. Sánchez, por contra, no ha cerrado la puerta a fórmulas que incluyan a Ciudadanos, pero sus 40 escaños no son determinantes por sí solos para formar mayorías. Si todas las fórmulas fracasan, la irremediable salida será la repetición de las elecciones.
De momento, los plazos legales no corren. No lo harán hasta que no se celebre el Pleno de investidura, cuando se activará ese plazo de dos meses para lograr nombrar un Gobierno, tiempo durante el cual el rey podría hacer sucesivas propuestas de candidatos. Parece que este es el momento que ahora espera Mariano Rajoy.
Pasados dos meses y si persiste el desacuerdo, el rey deberá disolver las Cortes y convocar elecciones en un plazo de 54 días. Más o menos, esta hipótesis dejaría la celebración de los comicios en la segunda mitad de junio. Un calendario que se solapa con el interno aprobado por el Comité Federal del PSOE, que el 8 de mayo prevé celebrar primarias para elegir al nuevo secretario general, designación que ratificará el congreso del partido el 22 de mayo. El calendario es una presión añadida para Sánchez, pues a tenor de todo lo que ha trascendido de las batallas internas en su partido las posibilidades de su candidatura para reeditar la Secretaría General si no logra llegar a La Moncloa quedarían muy mermadas. - DNA