Kabul - La toma del estratégico distrito de Sagin por parte de los talibanes supone un nuevo espaldarazo a su contundente avance en la provincia de Helmand, en el sur de Afganistán, donde al menos la mitad de sus demarcaciones administrativas registran enfrentamientos armados entre los insurgentes y las fuerzas afganas. El distrito cayó la noche del domingo en manos de los insurgentes cuando, en un intento de evitar bajas entre sus filas, las tropas afganas decidieron realizar una retirada estratégica y abandonaron el complejo donde se encuentran las oficinas gubernamentales.
Las autoridades afganas suelen dar por perdida una demarcación administrativa con la toma de sus dependencias centrales, si bien en esta ocasión el portavoz del Ministerio de Interior, Sediq Sediqi, mantuvo en rueda de prensa que “Sangin no ha caído completamente”. “Las fuerzas de seguridad están resistiendo en algunas partes”, aseveró el portavoz, al agregar que ya se han enviado refuerzos a la zona, especialmente “comandos”.
El despliegue es parte de los esfuerzos que el Gobierno y las tropas internacionales están haciendo, según dijo, para evitar por “todos los medios y maneras posibles” el avance talibán en la provincia, uno de sus principales bastiones con tres de sus catorce distritos totalmente en poder de los insurgentes y otros nueve de ellos controlados parcialmente.
El vicegobernador de Helmand, Muhammad Jan Rasoulyar, ya había advertido el pasado sábado en una carta abierta al Ejecutivo central de que la provincia estaba “a punto de desmoronarse” y reclamaba ayuda “urgente”. En la misiva, publicada en la red social Facebook, decía que la provincia podría incluso sufrir la misma suerte que la nororiental Kunduz, controlada por los insurgentes entre septiembre y octubre. Durante ese periodo llegaron a ocupar por unos días su capital homónima, en lo que supuso su mayor logro militar desde la caída del régimen talibán con la invasión estadounidense en 2001.
En un movimiento que ya entonces causó gran preocupación en Helmand, los talibanes se hicieron durante varios días con el control de un área de la capital, Lashkargah, apenas un mes después de la toma de la ciudad de Kunduz. “En Helmand nuestras tropas enfrentan desafíos en varios distritos”, confirmó el portavoz de Interior, para indicar que la situación de seguridad en la región ha sido, de hecho, el centro de casi todas las reuniones llevadas a cabo en Kabul en los últimos días.
Al menos siete de sus catorce distritos, entre ellos Sangin, registran choques armados entre los talibanes y la fuerzas afganas y, desde el sábado, se han lanzado operaciones especiales en las tres demarcaciones administrativas de la región sureña, según el Ministerio de Defensa. El senador del Consejo Provincial, Attaullah Afghan, añadió que aparte de Sangin, los insurgentes controlan otros dos distritos, en los que no existe presencia policial alguna. Además, en muchos otros las autoridades están confinadas a los edificios gubernamentales.
En una reunión ministerial convocada por el jefe del Ejecutivo, Abdulá Abdulá, se decidió continuar con las ofensivas militares en la zona norte de Helmand y tomar medidas adicionales para recuperar el control de las partes tomadas por los insurgentes. El portavoz de Abdulá, Javid Faisal, explicó que hay tropas “suficientes” en la región y que tanto el jefe de Gobierno como el presidente afgano, Ashraf Gani, están en contacto con las autoridades locales.
Helmand concentra casi el 50 % de la producción de opio de Afganistán, una de las fuentes de financiación más importantes de los insurgentes, y es fronteriza con Pakistán, donde supuestamente se exilia su cúpula. La provincia sería una buena opción para convertirse en fuente “principal” de financiación para el grupo, que tiene, además, “acceso” a la población local, por lo que podría engrosar sus filas con nuevos insurgentes locales, según el jefe del Comité Militar de Helmand, Bashir Ahmad Shakir. Por ello, Ahmad apuntó que si Helmand cayese en manos de la formación insurgente la “amenaza” se extendería a las provincias colindantes, entre las que se encuentra Kandahar, el bastión espiritual del movimiento talibán y que fue capital de su régimen.
Seis miembros de la Otan abatidos Asimismo, al menos siete personas -seis de ellas miembros de la OTAN- murieron ayer y otras seis resultaron heridas en un ataque suicida perpetrado contra tropas afganas e internacionales en el este de Afganistán, acto que fue reivindicado por los talibanes. “Seis miembros de Apoyo Decidido murieron en un ataque con un vehículo cargado con un artefacto explosivo improvisado en Bagram”, declaró el portavoz de la Alianza Atlántica en el país asiático, Michael Lawhorn. El coronel estadounidense añadió que otros tres miembros de la misión “resultaron heridos en el ataque”, aunque no precisó la nacionalidad de los fallecidos ni de los heridos.
Lawhorn indicó que el artefacto explosivo adosado al vehículo detonó en las inmediaciones del Aeródromo de Bagram, principal base militar de Estados Unidos en el país, y que el atacante también murió en el atentado. El jefe de seguridad en la provincia de Parwan, Zia-ul-Rahman Sayedkhili, donde se produjo el atentado, afirmó que “el atacante iba con un chaleco suicida en una moto cargada de explosivos y que atacó una patrulla conjunta” de fuerzas afganas y de la Alianza. “Junto con los miembros de Apoyo Decidido, tres policías afganos también resultaron heridos”, agregó Sayedkhili.