Gasteiz - Euskadi quiere un cambio de gobierno en España. El electorado vasco apoyó ayer de forma masiva a Podemos como reflejo de los nuevos aires políticos que tratan de acabar con el bipartidismo e inaugurar una nueva era en la que la vieja política dé lugar a una regeneración institucional. Pero, todo ello, en Madrid, porque de forma paralela al extraordinario resultado que logró la formación morada -primera fuerza en la CAV, Álava y Gipuzkoa-, la sociedad vasca volvió a respaldar la apuesta jeltzale que, pese a dejarse por el camino más de veinte mil votos, se valió de su dominio hegemónico en Bizkaia para consolidar su liderazgo en el número de escaños y recuperar el sexto integrante de su grupo que perdió en los comicios de 2012. Y frente a los ganadores de las elecciones en la CAV, el retroceso de PP y PSOE como mejor ejemplo del fin de una era y el descalabro de la izquierda abertzale que en tan solo cuatro años ha pasado de ser la primera opción de la sociedad vasca a ocupar la cuarta posición en las preferencias políticas.
A diez meses de los comicios que renovarán el Parlamento Vasco y con dudas en todas las formaciones sobre el efecto que estos comicios podrán tener en el marco autonómico, lo cierto es que la formación morada demostró el excelente nicho en el que se han convertido los tres territorios históricos, al igual que Navarra, para poner en práctica las propuestas abanderadas por Pablo Iglesias, con reconocimiento del derecho a decidir incluido.
La ilusión de una alternativa con posibilidades de éxito ante el encorsetado marco de las Cortes Generales se dejó notar desde primera hora en los colegios electorales de Euskadi. Al cierre de los mismos, la participación superaba en cuatro puntos los votos emitidos en 2012. Solo este dato ya hacía presagiar que algo había cambiado. Al final del día, Podemos se erigía en gran triunfador de la noche electoral vasca con 316.000 sufragios. Solo el PNV lograba aguantar el rebufo, además con el regalo añadido de un nuevo escaño por Gipuzkoa que eleva la saca jeltzale a seis representantes -uno más que en la recién concluida legislatura- y que, vistas las endiabladas cábalas que ofrecen los resultados globales, podrían devolver al PNV a una situación de privilegio en la conformación de nuevas mayorías en el Congreso de los Diputados.
En la otra cara de la moneda, EH Bildu ve tambalearse el suelo bajo sus pies y desciende con estrépito hasta la cuarta plaza de las preferencias vascas, lo que desvela el trasvase de votos que desde la coalición soberanista ha reforzado a Podemos. Como ejemplo, Gipuzkoa, la histórica plaza fuerte de la izquierda aber-tzale y donde EH Bildu obtuvo tres escaños en 2012, catapultará únicamente a Madrid a su cabeza de lista, Marian Beitialarrangoitia, mientras que el alavés Rafa Larreina, número dos, no alcanza la reelección tras cuatro años de trabajo en la Cámara baja.
Los socialistas, por su parte, hicieron frente a las encuestas que vaticinaban su práctica desaparición de la escena vasca y limitaron la pérdida a un escaño, aunque la traducción en sufragios se acerque a una fuga de casi cien mil apoyos. También obligados a descender un peldaño, el PP sucumbió ante el impulso de las demás fuerzas en Gipuzkoa y perdió el aforado por este territorio, o lo que es lo mismo, deja al parlamentario Borja Sémper sin billete para la capital de España. Alfonso Alonso salva los muebles en Álava.
Finalmente, el discurso contrario al Concierto Económico de Ciudadanos no convenció, tal y como era previsible, a los vascos, que castigaron con el ninguneo la oferta política de Albert Rivera y dejaron en un escueto 4% el apoyo a esta marca.