El recuento de la voluntad de los españoles ha determinado una realidad con más incógnitas que certezas y un panorama político desconocido y, seguramente, el más complejo desde que la democracia tomó el relevo a la dictadura franquista. De hecho, la irrupción de fuerzas emergentes como Ciudadanos y, sobre todo, Podemos, y la merma de apoyos sufrida por el PP y el PSOE anuncian una legislatura con un carácter casi constituyente y, previsiblemente corta, en la que las minorías nacionalistas podrían hacer valer el peso de sus votos a precio de oro para una hipotética investidura.

Después de la jornada de ayer, la negociación y el pacto entre diferentes se antojan esenciales para llegar a un término medio en el que se pueda conjugar la estabilidad y la esencia política toda vez que aquella máxima acuñada en su momento por el ya desaparecido Manuel Fraga -“España es el PSOE y el PP”- ha perdido toda lógica. De hecho, conservadores y socialistas se quedan muy lejos de ocupar el 84,2% de los escaños que ocupaban hasta la fecha conjuntamente. Es cierto que los populares han vuelto a ser la opción más votada, pero con un retroceso histórico que les deja muy lejos de la mayoría absoluta que han tenido los últimos cuatro años. Esta circunstancia quizás condene a la formación a perder el Gobierno al ser incapaz de reunir apoyos y reconciliar sensibilidades con el resto del hemiciclo, fundamentalmente, conformado por sensibilidades nacionalistas, enfrentadas con los conservadores, por ejemplo, en Catalunya.

Los socialistas bajan, pero aguantan la segunda posición, mientras que Podemos y sus distintas marcas se aúpan al tercer puesto y Ciudadanos, al cuarto, pero lejos de lo que le otorgaban las encuestas. Con ello, la aritmética parlamentaria abre un abanico de posibilidades inédito que, incluso, podría desembocar en unas nuevas elecciones, ya que, una cosa es lograr la investidura y otra, garantizar un Gobierno estable ante un Congreso fragmentado al extremo. Sólo una hipotética gran coalición entre PP y PSOE (213) y un tripartito entre PSOE, Podemos y Ciudadanos (199) reunirían el número de escaños suficiente para alcanzar una mayoría absoluta. También reuniría esa condición la improbable suma de todas las sensibilidades de centro-derecha -PP (123), Ciudadanos (40), DL-Convergencia (8) y PNV (6)-, que llegaría a los 177 escaños. PSOE, Podemos y ERC se quedarían (168) a ocho escaños de una mayoría absoluta, que alcanzarían con DL. Aparte, una hipotética suma de PP y Ciudadanos (163) quedaría por delante de la de PSOE y Podemos (159). Aún así, la suma de las opciones progresistas podría añadir en una investidura a UP (IU) (2) o a EH Bildu (2).

En este juego, el poder de los grupos minoritarios será esencial o un riesgo para la estabilidad de un hipotético gobierno en minoría tras una investidura pactada, según se quiera entender. No obstante, cualquier elucubración puede quedar en papel mojado, porque la posibilidad real de un cambio en las formas de hacer política o la promesa de una reforma constitucional pueden primar más que el peso ideológico de una u otra opción. Por ahora, todas las posibilidades están abiertas.