Barcelona - Artur Mas puede ser president, al menos oficiosamente, el próximo domingo. La pelota está más que nunca en el tejado de la CUP, que debatirá la última oferta de Junts pel Sí en la jornada de debate nacional que la fuerza anticapitalista celebrará en Manresa después de que ayer se respirara una jornada de búsqueda de fórmulas para cerrar el pacto rupturista. En verdad se rigió por la ceremonia de la confusión aunque, definitivamente, la arquitectura que la coalición ofrece al partido encabezado por Antonio Baños consiste en un Ejecutivo de transición con un solo jefe del Govern, Mas, y tres grandes comisiones de gobierno, una de ellas dirigida por un vicepresidente, que trabajarían de forma colegiada junto al líder de Convergència, quien se sometería en diez meses a una cuestión de confianza. Aunque se especuló con que Mas tendría mera función decorativa, Junts pel Sí aclaró mediante un comunicado oficial que el president mantendría “sus atribuciones propias” mientras que el segundo de a bordo, Oriol Junqueras, asumiría el área determinante, Economía, convirtiéndose así en una figura con fuertes poderes, al tiempo que Raül Romeva se encargaría de Asuntos Institucionales y de Exteriores y Neus Munté llevaría la del Estado de Bienestar.
El redactado final de la formación que se impuso el 27-S con solvencia pero necesitando al menos dos votos de la CUP y ocho abstenciones para reelegir a Mas profundiza en el plan que lanzó éste en el segundo debate de investidura pero con nuevos detalles que, según Junts pel Sí, configuran una estructura “suficientemente fuerte para hacer frente a las embestidas del Estado” y que otorga “el equilibrio necesario para encarar la difícil gestión del día a día y el cumplimiento del mandato ciudadano” de llevar a cabo el “cambio de legalidad”. President y vicepresidente acordarían mecanismos de coordinación de las tres comisiones delegadas, con el fin de “reforzar este carácter de Govern de transición”, y el propio Mas se pondría en diez meses a disposición del Parlament para evaluar el cumplimiento de los compromisos acordados. Con este modus operandi Junts pel Sí logra no saltarse sus líneas rojas: ni debe cambiar la ley de presidencia ni se diluye el papel del president. Pero huye de la presidencia coral que demandaba la CUP y donde las cuatro personalidades con mando en plaza tuvieran el mismo trato, descartándose el Consell de la Presidència, un órgano que gestionaría el día a día y lideraría el proceso.
En la coalición formada por CDC, ERC y las personalidades de la sociedad civil existía cierto enfado con la filtración de su propuesta y entienden que con su apuesta verdadera se puede construir “una nueva legalidad” que posibilite, llegado el “momento acordado”, sustituir el “actual marco autonómico obsoleto”, y, en segundo lugar, poner en marcha el “proceso constituyente” que garantice que la ciudadanía “pilote un proceso que nunca quedará completo si no se ratifica vía sufragio popular”. Y todo ello, indica el comunicado de Junts pel Sí, sin “olvidar las urgencias sociales”, actuando así en tres ámbitos que son “indisociables” y están “en el mismo nivel”. Según el candidato de Democràcia i Llibertat al 20-D, Francesc Homs, esta formulación desarrolla la última entregada a la CUP y con precedentes en la época del tripartito.
el escenario de la cup En paralelo, habrá que aguardar la respuesta de la CUP tras sus asambleas territoriales, aunque hay dirigentes como Benet Salellas que abogan por el acuerdo, al igual que la corriente del partido Poble Lliure, mientras que las juventudes antisistema y el sector de Endavant rechazan a Mas. El abogado y diputado cupero se pregunta si tiene sentido seguir con la postura de rechazo a su investidura si “la gente no lo entiende”. “Tú puedes hacer una cosa políticamente impecable y coherente, pero si no lo entiende nadie, desde una perspectiva política no sirve. Si todo el discurso que estamos haciendo diciendo que no a Mas, la gente no lo entiende, ¿tiene sentido continuar con esta postura por coherencia estricta?”, afirma. La CUP estructurará el debate del domingo a partir de cuatro escenarios: investir a Mas a cambio de un plan de choque social, la ruptura con el Estado y abrir un proceso constituyente; un pacto donde el convergente no esté a la cabeza; alargar las negociaciones hasta después del 20-D para consentir un candidato alternativo con la abstención de Catalunya Sí que es Pot; y, por último, asumir unas nuevas elecciones en marzo. La oferta última de Junts pel Sí sería dar por bueno el primero de los supuestos.