París - Sophie pasaba el viernes por la noche unas horas en París, en el apartamento que su padre tiene justo encima del restaurante Le Petit Cambodge, uno de los seis sitios atacados en la capital francesa. “Al principio creíamos que eran petardos o fuegos artificiales, pero pronto nos dimos cuenta de que era mucho más grave”, relató la joven.

Pese a sus apenas 17 años esta estudiante en adiestramiento de perros se lanzó a la calle. “Tenía que ayudar, era un horror lo que veía por mi ventana”, aseguró. Sophie tiene nociones de primeros auxilios, pero el escenario que encontró superaba su cualificación: “No había médicos y había muchos cuerpos por el suelo, encima de las mesas, sangre por todos los lados”.

Enseguida llegaron las patrullas policiales y un par de médicos voluntarios. Uno de ellos le dijo a Sophie que se ocupara de una mujer cubierta de sangre. “Tenía una importante hemorragia. La médico me dijo: ‘Háblale, no dejes que pierda la consciencia”. La joven le tomó la cabeza entre sus brazos y no cesó de decirle cosas. “Ese rato se me hizo eterno. Un minuto antes de que llegaran los servicios de emergencia sufrió un paro cardiaco y murió. No me quito de la mente su cara, se me murió en los brazos”.

Pierre-Yves vive en el animado barrio donde los terroristas acabaron con decenas de personas. Acababa de subir a su casa cuando sonaron los disparos. “Fue como pasar del día a la noche en apenas un segundo”, asegura. “Los cuerpos estaban sobre las mesas de la terraza. Cuando bajé me quedé paralizado. Yo mismo podía haber estado allí”, aseguró.

Jesús Castellanos, presidente de la Federación Española de Taekwondo, vivió en primera persona el miedo provocado por los atentados terroristas, pues se encontraba en París con el equipo español, que se disponía a competir en la capital de Francia. “Estuve deambulando una hora sin poder encontrar un medio de transporte y diciéndote que se habían escapado varios integristas y que estaban por la zona”, recordó.

Fátima, empleada de una panadería, afirmó: “Quien más quien menos podía esperarse algo así. Sabemos que Francia está en el punto de mira de esos salvajes, pero nunca puedes pensar que llegarán tan lejos”.

Aunque la actividad ha sido baja -propia también de un día de fin de semana- y la circulación menor, no fueron pocos los establecimientos hosteleros que decidieron abrir, como la panadería de Fátima, probablemente para ofrecer servicio a los miles de turistas que visitan la ciudad. Para aquellos, se entiende, que han decidido quedarse. Muchos otros han abandonado de forma precipitada de sus hoteles, con las maletas recién hechas y el espanto aún en el cuerpo. En el vuelo Easyjet que partía el sábado a las 09.25 horas de Madrid a París al menos 90 personas anularon el viaje a última hora.

“Hemos dejado el aeropuerto parisino Charles de Gaulle en un gran silencio”, afirmaron Rosi y Nacho, una pareja de Madrid que ayer estaba a 300 metros de una terraza donde se produjo uno de los atentados. “El aeropuerto estaba tranquilo y en silencio, aunque la ciudad llena de Policía”, añadieron. Estos jóvenes se encontraban visitando a una amiga que vive en París y al ir a buscar un sitio para ir a cenar vieron un gran revuelo de gente corriendo y que decía que había un tiroteo por un ajuste de cuentas.

Según los testigos los bares y restaurantes empezaron a cerrar y, aunque había estaciones de metro cerradas, algunas sí que permanecieron abiertas y así consiguieron llegar a casa de su amiga. “La gente estaba asustada, no entendía nada”, destacó Rosi, que agregó que “París es una ciudad muy bonita”, pero vuelven “muy tristes y conmocionados”.

un periodista lo grabó todo Daniel Psenny, un periodista del diario Le Monde, grabó con su teléfono móvil la huida de decenas de personas por la puerta trasera del Bataclan. El periodista, que resultó herido tras bajar a ayudar, comenzó a filmar “poco antes de las diez de la noche” desde una de las ventanas de su domicilio, en un segundo piso, tras comprender que algo grave estaba ocurriendo y que los ruidos que escuchaba no eran simples petardos, como creyó inicialmente, al igual que muchos vecinos del barrio.

Las imágenes muestran cómo más de una veintena de víctimas huyen aterrorizadas. Algunas arrastrando el cuerpo malherido de otras mientras intentan esconderse y alejarse del lugar al tiempo que suenan disparos en la misma calle. Tres personas están suspendidas de las ventanas del segundo y tercer piso de la fachada, en su intento de escapar a la atrocidad del atentado.

“Todo el mundo corría por todas partes”, explicó Daniel Psenny, que mientras filmaba preguntaba a gritos a la gente visiblemente desesperada “¿qué pasa, qué pasa?”, antes de bajar a la calle a ayudarles. - Efe