de ser un partido radical y extramuros de la política mayúscula de Catalunya, a tener la clave para desencallar el proceso independentista y el poder de decisión del futuro president de la Generalitat. La CUP se ha permitido incluso la potestad de vetar nombres como Felip Puig, polémico exconseller de interior, o Boi Ruiz, conseller de sanidad, para configurar un nuevo gobierno, y lo ha hecho porque sabe que es imprescindible. La irrupción de este partido en las instituciones de más alto nivel ha hecho tambalear la manera de hacer política, la forma de tomar decisiones y también el modo de informar a los medios.

Se han acabado las filtraciones interesadas, los periodistas con mejores fuentes han perdido rango y ya no queda ni rastro de mensajes encriptados o lecturas entre líneas. La CUP se sentó a la mesa de negociación con Junts Pel Sí con una sola premisa: no hay lugar alguno para la política paralela que se juega en los medios de comunicación. Esta medida, por contra, no ha hecho más que incrementar la presión mediática y social sobre la CUP, cuyo hermetismo no ha sido bienvenido entre los tertulianos que marcan la agenda catalana. Y es que aún hoy, son muchos los que cuestionan que un partido con 10 diputados que ha logrado el 8% de los votos en los últimos comicios tenga tanto poder.

La Candidatura de Unitat Popular (CUP) es un partido asambleario, hecho que obliga a sus representantes a someter todas las decisiones a la voluntad de todos sus militantes. Son estos los que, anualmente, definen las líneas estratégicas del partido en la Asamblea Nacional. En estas asambleas se miden también las fuerzas de las dos grandes almas de la CUP: Endavant, una formación de estrategia maximalista, y Poble Lliure, el antiguo MDT, que tiene un carácter más pragmático. En determinadas ocasiones, la Asamblea Nacional se convoca de forma extraordinaria como, por ejemplo, cuando decidieron dar el paso histórico de presentarse a las elecciones autonómicas de 2012. En aquel entonces, una de las abanderadas de la no concurrencia a los comicios fue la actual diputada y portavoz en el Parlament, Anna Gabriel, de Endavant.

Las decisiones más cotidianas, a veces las más trascendentes, se toman dentro del llamado Consell Nacional que se reúne mensualmente. Este órgano está integrado por los representantes de las asambleas territoriales, que a su vez están formadas por enviados de las asambleas locales. De esta forma se consigue empoderar al máximo a los militantes de a pie. El órgano ejecutor de las decisiones que se toman en el Consell Nacional es el Secretariado Nacional, que también es escogido por la militancia en las Asambleas Nacionales y que tiene mandatos de cuatro años. Otra característica de la CUP es la limitación de sueldos y mandatos para cargos públicos, herramienta de la que se dotan para evitar corruptelas o que nadie pueda caer en la tentación de vivir de la política.

Pese a lo que algunos vaticinaban cuando la CUP, encabezada por el periodista y activista David Fernandez, entró en el Parlament, su rocambolesca configuración no ha supuesto un freno para su crecimiento. El carisma de Fernández y la coherencia de sus acciones rodearon a la formación de un halo de simpatía entre la ciudadanía que, pese a no compartir en muchas ocasiones sus postulados, los ha mirado con buenos ojos. Sin embargo, pocos preveían que un discurso tan contundentemente rupturista lograra seducir a tantos votantes.

presencia municipal La formación asamblearia se declara abiertamente independentista, anticapitalista, antisistema, feminista, socialista y ecologista. “Independencia para cambiarlo todo” reza su lema. No se enmarca en la nueva hornada de partidos políticos, como Ciutadans o Podemos, ya que sus orígenes ahondan en los primeros años de la Transición. Su primer alcalde se sitúa en la población de El Masnou, ya en 1986. Si bien los años 90 supusieron para la formación un momento de letargo fue en 2003 cuando el proyecto renació con fuerza y su trabajo municipalista arrancó con una veintena de regidores. En las últimas elecciones municipales la CUP alcanzó la cifra de 382 ediles.

Pero su crecimiento exponencial se explica sobre todo gracias al posicionamiento mediático que alcanzaron la pasada legislatura con su desembarco en el Parlament. Este escaparate presentó a la sociedad catalana una nueva forma de hacer política que ha acabado por convencer a muchos desencantados.

Sin embargo, el devenir de los últimos acontecimientos y las dificultades que tiene la misma formación para explicar sus posiciones hace tambalear la base electoral conquistada. La CUP sabe que, como formación, no le convienen unas nuevas elecciones autonómicas en marzo, por ello aseguran que el pacto con Convergencia y ERC llegará, aunque sea a última hora.