A Mariano Rajoy le pudo haber pasado ayer como al inefable ministro de Defensa de la época de Aznar, el ilustre Federico Trillo-Figueroa, que, afectado por la frenética actividad de su cargo, lanzó un sonoro “¡Viva Honduras!” a las tropas que le rendían honores en el mismo aeropuerto de... El Salvador, que era otra de las escalas de su periplo americano. Qué más da Honduras, El Salvador o Las Bahamas, pensaría el ministro, si todo ha sido territorio conquistado por la madre patria. Rajoy no llegó a tanto, porque, entre otras cosas, su viaje patriótico era más corto. A las 10.45 horas estaba en Iruñea para firmar el acuerdo de coalición con UPN para Nafarroa y dos horas después suscribía en Zaragoza idéntico pacto, pero con el Partido Aragonés Regionalista (PAR), lo que da idea del gran abanico de amistades políticas que tiene el PP. Qué más da, pensó Rajoy, la españolísima Navarra que el españolísimo Aragón, cuna ambos de la patria común e indivisible.
Total, que vino a decir lo mismo, que la unión hace la fuerza y bla-bla-bla y, en Iruñea, que “Navarra es Navarra, la Navarra foral, la Navarra española” (sic) y, en Zaragoza, que su pacto pretende conseguir “un Aragón líder en una España mejor” (sic). Y, como siempre que estamos en campaña, vuelve la burra al trigo. Dicen los expertos que el estrés, la presión que uno siente, real o ficticia, puede derivar en lo que se denomina enajenación mental transitoria, que a veces sirve incluso de atenuante. Y eso de “transitoria” a Rajoy no le gusta nada, solo le va lo permanente, lo fijo, lo inamovible, su España firme y unida. La Disposición Adicional Transitoria Cuarta de la Constitución es exclusiva para Nafarroa. Es de esos preceptos de los que muchos hablan y casi nadie ha leído. Rajoy se la quiere cargar por la presión de UPN y porque, en sí misma, dota a Nafarroa de la categoría de sujeto político y permite, con todas las bendiciones legales y constitucionales, la unión con la CAV. ¡Anatema! Lo determinante del caso es que la Transitoria Cuarta da a los navarros la iniciativa, la palabra y el voto en referéndum. Literal. O sea, la capacidad de decisión. Doble anatema. Es decir, que Rajoy y su socio Esparza de UPN no dicen la verdad cuando afirman que eliminar la Transitoria Cuarta “responde al deseo de una mayoría de navarros”, aunque esto no es nuevo.
Es lo que podríamos llamar la enajenación transitoria, porque esta propuesta está presente cansina, aburrida y transitoriamente en cada campaña electoral. Lo que se pretende, por tanto, es enajenar -o sea, privar- a la ciudadanía navarra del derecho, constitucionalmente reconocido, a decidir democráticamente si quiere vincularse con el resto de territorios vascos y cuándo hacerlo y arrogárselo a la España una y grande, pero cada vez menos libre.
Un ejercicio que será en vano, porque los navarros y navarras -a ver si les dejamos en paz de una puñetera vez- terminarán, como dice Uxue Barkos, decidiendo su futuro en las urnas con Transitoria Cuarta o sin ella.