“Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”. La frase corresponde al escritor portugués José Saramago, premio Nobel de Literatura en 1998. Cuatro años después del anuncio de ETA de poner punto final a sus actividades, ahora en Euskadi estamos enfrascados en otra lucha, la del relato, una lucha incruenta, pero sí importante por el legado que quedará para las próximas generaciones. DNA ha pulsado la opinión de las cinco grandes fuerzas políticas vascas para que expliquen cómo debe ser en su opinión el relato sobre lo vivido en Euskadi en los últimos 50 años y sobre si hay posibilidad de lograr un relato compartido.
Iñigo Iturrate, parlamentario del PNV y portavoz jeltzale en la Ponencia de Paz, considera que “en el relato debe quedar clara la injusticia del daño que se ha cometido con personas inocentes y la injusticia de todo el sufrimiento generado”.
Para el parlamentario jeltzale debe ser, sobre todo, garantía de no repetición. “El relato, sobre todo, debe quedar como una garantía de que hechos de esta naturaleza no se vuelven a repetir. Si la memoria debe ser útil para algo, no es para regodearse en el sufrimiento pasado, sino para que sirva como prevención de garantía de no repetición”, afirma.
Iturrate asegura que el relato está muy unido a las vivencias personales de cada uno. “Es algo personal lo que da lugar a que haya muchos matices, por eso al final la memoria va a surgir de esos relatos, pero siempre con unos mínimos. No vale admitir cualquier relato. Aquellos que sirvan para justificar el asesinato por imponer un proyecto político no pueden estar incluidos en los relatos que sean comúnmente aceptados”.
“El relato que vamos a dejar a las próximas generaciones no va a ser un relato único. Después de haber estado décadas en posturas políticas tan diferentes, y en algunos casos enfrentadas, es irreal pensar que vamos a dejar una visión común sobre lo ocurrido”, asegura Pernando Barrena. Según el portavoz de Sortu, “más allá del derecho que tenga cada uno de contar su visión, esa lectura tiene que mirar a futuro y tiene que ser crítica con todas las vulneraciones de derechos humanos que han ocurrido en este país. Y subrayo lo de todas. De cara al futuro se debe partir de un suelo ético que para nosotros es un nunca más violaciones de derechos humanos bajo ningún tipo de circunstancia y nunca más violación de derechos colectivos”.
Insiste en que es primordial el reconocimiento de todas las víctimas como algo fundamental para asentar la paz. De la misma manera, se muestra contrario a que se les trate de imponer un relato. “Cuando se pretende imponer a la izquierda abertzale una lectura concreta del pasado que no es la nuestra, parece que lo que se pretende es pasar factura a la izquierda abertzale, una especie de revancha política. Además, para nosotros hay otro aspecto que nos parece más peligroso, que lo que verdaderamente se pretende detrás de este discurso del relato es invalidar a la izquierda independentista como una opción política de futuro, una alternativa real de poder”.
Barrena asegura que la izquierda abertzale no tiene problema en aceptar otras posturas. “Tenemos que defender que otras personas han tenido otras vivencias y tienen un relato diferente. Otra cosa es si vamos a ser capaces de llegar a un ejercicio común. Me da la impresión que ahora mismo es muy difícil llegar a un relato compartido”.
El portavoz de Sortu discrepa de la postura de otras fuerzas. “PP y PSOE parten del hecho de que aquí no ha habido una confrontación, si no que era una parte, ETA, la que intentaba imponer sus ideas con las armas. Y no reconocen la presencia de un Estado que ha utilizado la violencia contra el independentismo vasco. Y en el caso del PNV, no como PP y PSOE, hay una intencionalidad que busca que la izquierda abertzale trague, entre comillas, con un relato que no es el suyo”, apostilla.
Rafaela Romero, secretaria de Libertades Públicas del PSE, considera que lo esencial es hacer una memoria inclusiva y para ello pone un ejemplo: “Al final la memoria no es nada más que volver a reconstruir los cristales rotos que, desgraciadamente, son las historias de dolor y sufrimiento de las víctimas. Todas están compuestas de un sufrimiento injusto y todas son diferentes. Por eso debe ser una memoria inclusiva”.
A juicio de Romero, el relato no debe ser otra cosa que la verdad de las víctimas. “Una víctima de la violencia tiene derecho a la verdad, la justicia y la reparación por todo lo que ha sufrido. Ese derecho a la verdad tiene que estar incluido en la memoria. Lo que no debemos hacer es un conflicto sobre eso. Y dicho esto, la memoria se construye incluyendo las verdades de todas esas víctimas. Y la memoria es como una moneda. Por un lado está toda esa verdad de las víctimas y por otro está la deslegitimación de la violencia que las ha provocado”, señala.
Así, para la dirigente del PSE es necesaria una deslegitimación de la violencia y el terrorismo. “¿Qué verdad estaríamos dando a las víctimas si a la vez no deslegitimamos la violencia y el terrorismo? No les daríamos ninguna verdad. Queremos que se sepa que la sangre que se derramó no tuvo ningún sentido y la gente que no ayudó a las víctimas tiene que hacer un reconocimiento del porqué de su actuación”. Romero se muestra optimista “porque creo principalmente en las víctimas y porque creo que todas las verdades que han vivido nos van a hacer construir esa memoria inclusiva. Todos deberemos hacer un esfuerzo sobre la base de deslegitimar lo que no queremos que vuelva a repetirse”.
Para el presidente del PP en Gipuzkoa y portavoz de los populares en la Cámara vasca, Borja Sémper, todo debería ser mucho más sencillo. “Nos debería resultar mucho más sencillo establecer un relato compartido, si por relato entendemos lo que ha sucedido en Euskadi en los últimos 30 años. Una mayoría de la sociedad vasca, junto a sus representantes políticos, avalan la construcción de una Euskadi moderna, salvo una parte de la sociedad, que no es pequeña, que decide no aceptar la Transición, negar que aquí hay democracia y avalar políticamente a una banda terrorista que quiere subvertir a base de tiros y bombas lo que los vascos estamos construyendo”, asegura.
Sémper insiste en que el colofón debe ser que nunca más se permita que nadie utilice la violencia para defender una opción política y mucho menos que sea socialmente respaldada. Así, enfatiza que en Euskadi no ha habido ni una sola manifestación a favor de la tortura o de los GAL y en, en cambio, ha habido miles en defensa de ETA o en justificación de sus acciones. “Socialmente hay quienes han legitimado el terrorismo”, zanja. Por todo ello, considera que el relato es fácil de construir “siempre y cuando sigamos insistiendo en que lo que hicieron estuvo mal, que no ha habido ni una sola justificación moral, social o política para matar y ETA nunca debió existir. Es el mejor relato que podemos dejar a nuestros hijos”.
El popular asegura que son quienes justificaron la violencia quienes deben sumarse al relato que mantiene la sociedad: que aquello no tiene justificación y estuvo muy mal. “Lo que no tendría sentido es que todos hagamos una especie de amnesia colectiva para que la izquierda abertzale se sienta cómoda. Deben aceptar que matar siempre estuvo mal y que ETA nunca debió de existir”, constata.
Luis Alejos es el secretario de Acción Política de Podemos Euskadi y se remite a la ponencia Bakegintza Euskadi de la formación morada, en la que se hace una defensa radical de los derechos humanos. “Valoramos la responsabilidad de la violencia y señalamos que no era inevitable. Fue opción y decisión de ETA recurrir a la violencia, de la misma manera que el Estado también recurrió a la violencia y al terrorismo de Estado y tampoco era inevitable. Se podía haber combatido al terrorismo por vías democráticas”, analiza.
A su juicio, para superar esta fase hay que centrarse en tres principios básicos: “Que quienes han practicado la violencia, ETA por supuesto, pero también el Estado, deben asumir las consecuencias de sus actos. Hay que reparar el daño causado a las víctimas y, por supuesto, hay que aceptar las reglas de convivencia democrática”. Asimismo, considera que el Estado español debe mejorar los valores democráticos. “Se ha abusado de la prisión preventiva, se han hecho interpretaciones restrictivas de las leyes, se ha criminalizado la disidencia política pacífica y en casos extremos se ha recurrido a la tortura”. Por ello, y partiendo de que lo prioritario es que ETA se disuelva, señala que a partir de ese momento “hay que aplicar el principio de reinserción, acabar con la dispersión y excarcelar a presos con enfermedades graves e incurables”. Alejos es consciente de que hay más de un relato, “pero pueden confluir”. “Es algo que separa a los partidos, pero creo que habrá consenso tras las elecciones generales”, apostilla.