Bilbao - Las elecciones catalanas del domingo arrojaron una clara mayoría absoluta de escaños a favor de las listas independentistas, que se sienten legitimadas para avanzar hacia la secesión aunque quizás no a un ritmo tan acelerado al no haber logrado esa misma mayoría también en votos. El contratiempo por excelencia que se le presentó a Artur Mas en la jornada electoral es que necesitará a la CUP para lograr mayoría absoluta, ya que su lista, Junts pel Sí, se ha quedado con 62 asientos. A nadie escapa que ese dato añade incertidumbre a la próxima legislatura, ya que la CUP se sitúa muy a la izquierda en el abanico político, rechaza los recortes emprendidos en los últimos tiempos y puede plantear serias objeciones a la aprobación de los Presupuestos. Pero ayer el horizonte se complicó un poco más, con declaraciones que hicieron tambalear la mismísima investidura de Mas. La CUP llevaba toda la campaña avisando de que no apoyaría al president y de que pediría buscar otro candidato con perfil más social y menos político en la lista de Junts. Pero ayer la amenaza tomó cuerpo después de que Sí que es Pot, lista amparada por Podemos, anunciara que votará en contra de Mas, un dato que hace imprescindibles los votos de la CUP, inmersa en un intenso debate al respecto.
A diferencia de lo que sucede en la votación del presidente de la Mesa del Parlament, donde el procedimiento consiste en escribir en una papeleta el nombre concreto de un candidato, en la votación del president del Govern simplemente se vota sí, no o abstención a los candidatos que se presenten. ¿Qué implica? Si la votación consistiera en escribir un nombre en una papeleta, no habría posibilidad de articular una alternativa viable a Mas, como por ejemplo una vía liderada por la candidata de Ciutadans, Inés Arrimadas, ya que la lista amparada por Podemos no se prestará a proponerla como presidenta. No obstante, aunque Ciutadans, los socialistas, el PP y Sí que es Pot no sean capaces de ponerse de acuerdo para investir un candidato alternativo, sí coinciden en ir en contra de Mas y, con el reglamento parlamentario en la mano, bastará que todos voten no para articular un bloque de 63 escaños, uno más que Junts pel Sí, y para tumbar a Mas. Esa opción se materializó ayer cuando el líder de Sí que es Pot, Lluís Rabell, avisó de que votaría contra Arrimadas y contra Mas. Es ahí donde hacen falta los votos de la CUP.
posiciones Su candidato Antonio Baños insistió ayer en que no investirán a Mas para evitar “recortadores y corruptos”. No obstante, el partido también ha asegurado que no hará descarrilar el proceso. De hecho, mantiene un intenso debate sobre la investidura, según ha podido saber este periódico. Por lo visto, no aprueban a Mas pero tampoco creen que el líder de ERC, Oriol Junqueras, a medio camino entre CDC y CUP, sea la alternativa. Tampoco acaba de convencer el cabeza de lista de Junts, Raül Romeva, a pesar de su perfil social y su pasada militancia en ICV. Los pareceres cambian a ritmo vertiginoso en su debate interno y cualquier cambio de postura es posible.
Un sector del partido considera que la salida más lógica pasa por dar un sí crítico a la investidura de Mas, es decir, darle solo los dos votos que necesita para que sea proclamado en segunda votación, donde es suficiente con lograr la mayoría simple (más votos a favor que en contra). Sus otros ocho parlamentarios se abstendrían. Quienes más empujan en contra de Mas son los militantes de la corriente Endavant, que se niega a dar un solo voto a Mas. Ese sector tiene bastante peso y predicamento en la CUP y puede inclinar la balanza a su favor de sus tesis.
En la lista de Junts pel Sí, que ha logrado 62 escaños y congrega a Convergència, ERC y entidades sociales, Mas figura en el cuarto puesto, pero el acuerdo llevaba implícita su investidura. Aunque ha contado con el apoyo de ERC en los últimos años, desde Convergència han puesto en valor que los republicanos no han llegado a entrar nunca en el Govern y ha sido Mas quien ha gestionado la complicada situación económica de Catalunya y quien se ha jugado su capital político, hasta el punto de que está siendo investigado por el Tribunal Superior de Justicia catalán por desobediencia tras haber celebrado la consulta alternativa del 9-N. Desde la Asamblea Nacional Catalana, uno de los colectivos que han impulsado las movilizaciones y que están en la lista de Junts, se apuntó también hace meses que cambiar de liderazgo en mitad del proceso es complicado porque podría sembrar confusión a nivel internacional.
Mas ha sido el rostro visible del proceso desde que en 2012 propusiera un pacto fiscal al presidente español, Mariano Rajoy. Moncloa tumbó su propuesta de mejorar la financiación a través de un acuerdo que permitiera recaudar al territorio sus propios impuestos o buena parte de ellos. Tras ese rechazo y ante las contundentes movilizaciones ciudadanas, Mas viró hacia posturas más rupturistas y apostó por convocar una consulta de independencia. Recibió también la negativa de Madrid, pero convocó un plebiscito alternativo para sortear la prohibición, una decisión que le ha costado estar inmerso en una causa instruida por el Tribunal Superior de Justicia Catalán por desobediencia.
El debate dentro de Junts parece zanjado. El portavoz de ERC, Sergi Sabriá, enarboló el acuerdo de la candidatura conjunta y dijo que nada ha cambiado a día de hoy. Mas fue tajante. “Entre los acuerdos que tiene Junts pel Sí, uno de ellos es que se me propondrá como candidato a la presidencia. No hay nada más que añadir”, sentenció. Romeva también insistió en que el candidato es Mas, que ayer anunció su intención de abrir contactos con la CUP y otras fuerzas para dar forma a un gobierno de concentración. La oferta se hizo extensible a la lista avalada por Podemos, pero lo ha rechazado porque no comparten el proyecto de CDC. “No entraremos en un Govern de Mas ni en un Govern de CDC sin Mas. No es personal, sino político. Que cada palo aguante su vela”, zanjó Rabell.
El candidato de Sí que es Pot confirmó que sus once parlamentarios votarán contra la investidura de Mas y “aún más” contra Arrimadas, según dijo en RAC-1, porque no defiende la nación catalana. La CUP, por su parte, se opone a Mas porque lo relaciona con los recortes y los presuntos casos de corrupción que salpicarían a su partido. Se da la paradoja de que, a nivel programático en lo que concierne a los ritmos del proceso, podrían estar ahora más cerca que nunca de CDC: tras no haber logrado mayoría absoluta en votos, cree que el plebiscito “no se ha ganado” y que no cabría aprobar ya una declaración unilateral de independencia.
La sesión constitutiva del Parlament deberá ser convocada por Mas para que tenga lugar dentro de los 20 días hábiles posteriores a las elecciones, por lo que el 26 de octubre es la fecha límite. Una vez constituido el Parlament, en los diez días posteriores deberá celebrarse el debate de investidura, el 9 de noviembre como muy tarde. Debe llegarse a un acuerdo en dos meses o, de lo contrario, convocar elecciones.