uno puede ser candidato a president de la Generalitat habiendo nacido en Vic, en Madrid o en Jerez de la Frontera, como es el caso de Inés Arrimadas. Puede uno también sentirse únicamente catalán, o español, o más de un lado que del otro en el porcentaje que uno desee o viceversa. O, como la candidata de Ciutadans, puede sentirse catalana, andaluza, española y europea. Como en botica, de todo un poco. Sea cual sea su opción, encontrará quién le apoye, quién le vote y, cómo no, quién le critique. Pero hay un peaje que todo candidato a molt honorable debe pagar ineludiblemente: hay que ser un fan incondicional del Fútbol Club Barcelona. Con no hacer manifestaciones públicas contra el Espanyol y otros clubes catalanes es suficiente para quedar bien. “Siempre fui del Barça”. Un apunte que se le cae convenientemente a Arrimadas cuando se alargan demasiado las explicaciones sobre sus orígenes y su vida anterior a 2006, año en el que aterrizó, de una manera más o menos estable, en la ciudad condal. Si a alguien le hubiese podido parecer un tanto desligitimado que una candidata en las elecciones autonómicas llevase solo nueve años en Catalunya y que hubiese nacido en Andalucía en el seno de una familia salmantina, ya puede guardarse sus objeciones en lo más profundo del cajón de los prejuicios. Ella es culé.

“Hay gente que piensa que si no has nacido y vivido aquí (en Catalunya) toda la vida y no eres separatista, no puedes ser catalana. Pero yo soy catalana, andaluza, española y europea, he viajado por todo el mundo, he vivido en no sé cuántas ciudades y no tengo ningún problema”, explica la propia Inés Arrimadas en una de las docenas de entrevistas que ha concedido en vísperas de los comicios. Decidida a sacudirse cualquier etiqueta que pueda conducir a confusión, sentencia: “He escogido ser catalana y estoy orgullosa de ello”. Una frase, por cierto, que podría servir como eslogan para cualquiera de los partidos separatistas contra los que dedica tanto tiempo y esfuerzo.

La vida de esta mujer de 34 años, en la mayoría de aspectos, ha sido un alarde de precocidad y éxito. Es doblemente licenciada en derecho y administración y dirección de empresas por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Después realizó estudios de posgrado en el Instituto de Preparación para la Administración y la Gestión en Niza, Francia. Nada más poner punto final a sus estudios pudo insertarse en el mundo laboral. Durante año y medio trabajó como responsable de calidad y administración de un grupo empresarial de servicios industriales en el sector petroquímico. Después, inició una larga etapa como consultora en D’Aleph, una firma catalana de servicios de consultoría para las administraciones públicas con sede en Sevilla y Madrid. Solo la política, su meteórica ascensión en la política, consiguió que Inés Arrimadas abandonase un puesto de trabajo que le apasionaba.

Todo acabó y empezó en 2010, cuando una compañera del trabajo la convenció para asistir a un acto de Ciutadans en el Teatro Romea. Allí quedó fascinada por lo que vio y escuchó. Sobre todo le impresionó Albert Rivera, un tipo que por entonces lideraba un partido que tenía tres escaños en el parlamento catalán y que era famoso por haber posado desnudo durante la campaña. Dos meses después, ya en 2011, se afilió y enseguida le encontraron un puesto entre las juventudes del partido. Su despegue fue tal, que solo cuatro años después es la candidata a president de la Generalitat, afianzada en un escalón inmediatamente inferior al de Albert Rivera, quien no dudó en catalogarla como “la mujer con más futuro político del país”.

Arrimadas es asimilada ya como el relevo natural de Albert Rivera. Entre ambos existen similitudes. Ella es la miembro del partido que mejor ha sabido reproducir la impronta de su líder, tanto en el mensaje, como en el estilo y en el formato del producto que venden. Los dos, como Begoña Villacís, la que fuera candidata de Ciudadanos para la Alcaldía de Madrid, están cortados con el mismo patrón de político joven, bien parecido y con aires de yerno o nuera ideal que, junto a su mensaje, les ha valido la fama de ser la marca blanca del PP. Arrimadas, como Rivera, tiene en su mente a Adolfo Suárez como el político ideal y el ejemplo a seguir.

tímida, pero con lengua de oro La gaditana siempre ha promulgado que su mayor defecto es la timidez, pero como si de una terapia de choque se tratara desde que entró en Ciutadans se ha destacado como una portavoz sin un pelo en la lengua en todos los organismos en los que ha ido cayendo. Consciente de que en los tiempos que corren es imprescindible el bombardeo del mensaje político a través de los medios de comunicación, Inés Arrimadas ha sido en los últimos años una habitual en tertulias televisivas y radiofónicas de toda índole.

El partido le impuso galones definitivamente en la las pasadas elecciones municipales. Albert Rivera, enfocado en ser candidato a las próximas generales, salió de gira por todo el Estado y ella cogió protagonismo en los actos de campaña celebrados en Catalunya, mostrándose como una abanderada en la lucha contra el independentismo. Después llegaría la elección como candidata a president de Ciutadans, donde recibió 376 avales, 95 más de los necesarios, frente a los 14 de su único rival, Francisco García, de Reus.

Lo ha dejado casi todo por la política. Se ha visto obligada a aparcar su gran pasión, viajar, y regatea como Messi los intentos por airear los detalles de su vida privada. A pesar de todo confiesa sentirse libre para abandonar la política cuando esta deje de hacerla feliz. Mientras tanto, se afanará en unir los dos bandos que, según ella, existen en Catalunya. Ella, catalana, andaluza, española y europea, ha dejado claro durante la campaña a quién solicitará ayuda para conseguirlo: “Pediría el apoyo de esas fuerzas políticas, supuestamente constitucionalistas, que siempre han apoyado a los nacionalistas. Que por una vez dejen de equivocarse y apoyen a una fuerza política que está en la centralidad y la moderación”. Todo sea por el bien del Barça.