el encuentro entre Uxue Barkos e Iñigo Urkullu, máximos representantes institucionales de Nafarroa y la CAV, debe abrir un cauce de relación institucional permanente y poner fin al absurdo impuesto por UPN, y azuzado por Madrid, de vivir políticamente de espaldas. En realidad, esa confrontación política e institucional ha sido un oasis en un espacio global de relaciones humanas, económicas, empresariales, culturales y lingüísticas que ha mantenido la misma normalidad social durante siglos. Una estrategia política y mediática sobre la que asentar buena parte de los privilegios del viejo régimen a costa de excluir a decenas de miles de navarros y navarras. Pese a ello y al intento impositivo de ETA, las sociedades de ambas comunidades han sabido mantener su círculo de relaciones y obtener de ello mutuos beneficios y demostrar que es mejor para el interés general la colaboración que la confrontación.

Solo los intereses políticos y partidistas han sido un obstáculo que ha originado importantes perjuicios económicos y sociales a los navarros y navarras. Basta recordar la salida de Nafarroa de la eurorregión con Aquitania y la CAV -de la que había sido fundadora-, el torpe diseño de las obras de la nueva red ferroviaria retardando la salida hacia Europa por la CAV, la persecución a la ikurriña -como en cualquier república bananera-, y el veto y las dificultades al estudio y desarrollo del euskera... También la pérdida de capacidad de autogobierno que ha supuesto no defender conjuntamente los regímenes forales -el Convenio Económico y el Concierto, por ejemplo- ante la ofensiva centralista del Estado.

La colaboración entre Nafarroa y la CAV no es una cuestión solo identitaria o cultural, es mucho más que eso: es un punto de encuentro de interés general en el ámbito empresarial y económico que debe garantizar, sin imposiciones ni inútiles debates, unas mejoras colectivas para el desarrollo social, cultural y humano de ambas comunidades. Como ha sido habitual y normal a lo largo de la historia. Desde la honestidad y el respeto mutuo. Y de acuerdo con la voluntad popular, que en Nafarroa, según todas las encuestas de los últimos 30 años, ha apoyado por inmensa mayoría la necesidad de mejorar e impulsar las relaciones de colaboración con la CAV. Lo contrario es retroceder, perder oportunidades y oscurecer las posibilidades educativas, laborales y profesionales de las nuevas generaciones.