Fue su rueda de prensa más incendiaria, ida de semifinales de la Champions en el Bernabéu, un discurso para encorajinar a su tropa frente a su gran rival, Jose Mourinho, y no perdió ocasión Pep Guardiola (Santpedor, 18-I-1971) en hacer aflorar sus raíces. “Nosotros nos hemos levantado muchas veces, como equipo y como país. Mirad si es pequeño nuestro país que desde un campanario se ve el campanario del vecino”. Una frase entresacada de parte de la canción País petit, de Lluís Llach, también aliado con el proceso soberanista. No fue la primera ocasión, ni la última, en que el símbolo, prócer, mesías y cuantos cargos simbólicos del barcelonismo existan ha aireado a los cuatro vientos, sin temores ni ambages, su sentimiento identitario, que le ha llevado a cerrar la lista Junts pel Sí consensuada por CDC, ERC y las entidades sociales en busca de su aspiración: una Catalunya independiente. Finalidad que ha llevado al constitucionalismo a azuzarle por su “intromisión” y aspiración política obviando que otros muchos deportistas han integrado candidaturas de PP (Titín, Abel Antón, Ruth Beitia o Marta Domínguez) y PSOE (Fermín Cacho o José Javier Hombrados). La diferencia, su adscripción española. “Todo lo que hacemos en nuestra vida es siempre política. ¿Por qué no puedo yo defender mi opinión?”, aclara Pep.

Ya en 2005 habló Guardiola en una entrevista televisiva de las que ahora se distancia sobre su papel en la selección española y sus afinidades nacionales. “Uno no puede renegar de lo que siente, de lo que ama, y yo me siento muy ligado a mi país, Catalunya, a aquello que siento dentro de mi cabeza y de mi corazón”, se sinceraba, replicando ya entonces a las acusaciones que esta semana vertió contra él el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz. “Algunos se quitan la careta y gente que ha triunfado con la selección española lo hizo no por interés patriótico, sino crematístico, porque hay personas que el dios que tienen es el del dinero”, espetó el popular. Juicio ignorante porque, como ya explicó Guardiola, “las leyes decían que debíamos jugar con la española ya que la catalana no está legitimada, y si me convocaban yo tenía obligación de ir, y lo hacía encantado”.

Sus referencias a la nación catalana no cesaron durante su etapa al frente del banquillo del Barça. Una noche en que el equipo llegó tarde al antiguo Reyno de Navarra para encarar a Osasuna tuvo que explayarse aludiendo a los ataques que el club recibía solo por su lugar de origen y descartando recibir favores. “Nosotros somos de un sitio, de un país pequeñito llamado Catalunya de ahí arriba, y estamos ahí. Nosotros pintamos poco en todo esto”, enfatizó airado. Y es que le ha bastado una silla ante la caverna para dejar presente su ADN, para lo que ha tratado cuando era ocasión de expresarse en catalán, incluso en partidos internacionales, lo que ha molestado a no poca prensa española, como le sucedió al extécnico del Eibar Gaizka Garitano en Almería cuando se pronunció en euskera. “Soy de un país que tiene una lengua propia, el catalán, desde hace 800 años, que es absolutamente propia y la siento como parte de mí, y la usamos”, razonó el noi (niño), apodo desde su juventud.

Ya en 2012, cuando partió a Nueva York con la maleta cargada de éxitos y para desoxigenarse, Guardiola no quiso perderse la celebración de una multitudinaria Diada a la que en las calles de Barcelona acudió más de un millón y medio de personas, emitiéndose a través de las pantallas un mensaje del entrenador en el que daba su voto en el referéndum metafórico, a mano alzada, que cerró la marcha. Y trasladó: “Aquí tenéis uno más”. También en 2013 se entregó a la Vía Catalana, aún más multitudinaria que la manifestación precedente, y el 9 de noviembre de 2014 tomó parte en el proceso participativo subiéndose a un avión en Múnich para emitir in situ su sufragio por el sí-sí, después de protagonizar varios de los anuncios que la Asamblea Nacional Catalana elaboró para llamar a la participación. De hecho, es socio tanto de la ANC como de Òmnium Cultural, entidad esta última donde inscribió a sus tres hijos. En uno de los spots leía parte del artículo primero del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas. “Cuando hay tanta gente que lo pide -votar en una consulta-, no hay leyes que lo impidan. El trabajo de los políticos es escuchar”, razonaba Guardiola, que en abril del pasado año, en una entrevista a la cadena alemana ZDF, revolucionó al personal con su afirmación descontextualizada: “Catalunya es mi hogar y Catalunya no es España”. En junio de 2014 encabezó además un acto en la Alexanderplatz de Berlín, que se celebró simultáneamente en siete ciudades europeas, en el que leyó un manifiesto a favor de la consulta del 9-N, bajo el lema Catalans want to vote (Los catalanes quieren votar).

admiración por artur mas Guardiola lo tiene claro. “No hay acto más democrático que votar . Todos los partidos políticos con el president Mas a la cabeza han demostrado coraje. Mi admiración por él y por los que han promovido la iniciativa”, señalaba cuando la consulta se enrevesó tras el recurso del Gobierno español al Constitucional. “El 9-N estaré allí”, avisó. Y estuvo. “Será una jornada cívica como siempre ha demostrado Catalunya y la gente podrá expresar su sentir con libertad. Con el pensamiento de que todo pueda seguir igual o de que pueda cambiar algo. Mi felicitación para todos”, pronosticaba. Y Pep acertó. Más de 2,3 millones de catalanes acudieron a las urnas y el 80,7% apostó por el Estado independiente.

Ahora lanza un guiño desde la lista de Mas y Junqueras para afianzar el proceso hacia la secesión desconectando paulatinamente, clarificada la ruta jurídica, del Estado español. Y él lo hará con la emoción que sintió al recoger la Medalla de Oro de Catalunya. “Mi único mérito es amar mi profesión”, decía. Y a su único país.